LA
TRANSFORMACIÓN DE LAS IMPRESIONES
“No
solo de pan vive el hombre, sino también de diversos factores psicológicos que,
debidamente comprendidos, pueden
transformar radicalmente nuestras vidas”.
Un
hombre es lo que es su vida. Por ley de recurrencia todos los acontecimientos
se repiten, más las consecuencias buenas y malas.
Ahora
bien, lo importante es conseguir la transformación de la vida, y esto es
posible si uno se lo propone, «Transformación» significa que una cosa cambia en
otra cosa diferente. Todo está sometido a cambios. Existen transformaciones muy
conocidas de la materia; el azúcar se transforma en alcohol y el alcohol (a su
vez) se convierte en vinagre por la acción de los fermentos. En la química de
los átomos y elementos, el radio, por ejemplo, se transforma lentamente en
plomo. Los Alquimistas de la edad media hablaban de la «Transmutación del plomo
(de la personalidad) en el oro (del espíritu)».
En
nuestro cuerpo físico o planetario se realizan múltiples transformaciones en
forma mecánica, como el procesamiento del aire o de los alimentos, todo de
acuerdo a la ley de las octavas y la ley del siete.
Sabemos
que en la Gnosis, se considera al hombre como una fábrica de tres pisos que absorbe,
normalmente, tres alimentos.
El
alimento común, normalmente le corresponde al piso inferior de la fábrica (a la
cuestión esta del estomago). El aire, naturalmente, está en el segundo piso,
pues se haya relacionado con los pulmones y las impresiones, indubitablemente
están íntimamente asociadas al cerebro, o tercer piso.
Los
alimentos y el aire o prana se procesan en el organismo de forma mecánica; cada
insecto, cada criatura asimila determinadas fuerzas cósmicas y luego las
transforma y retransmite (inconscientemente) a las capas de la tierra,
conduciendo toda la FUERZA UNIVERSAL hacia el interior mismo del mundo
planetario en que vivimos, para su propia economía. El centro instintivo se
encarga de esos procesos de transformación.
La
digestión, es transformación. Si un alimento por ejemplo, pasara por el
estómago y no se transforma, el organismo no podría asimilar sus principios
(sus vitaminas, sus proteínas); eso sería, sencillamente, una indigestión.
Sin
embargo, con la transformación de las impresiones no ocurre lo mismo, para el
propósito de la naturaleza, propiamente dicha, no hay necesidad alguna de que
el animal intelectual equivocadamente llamado hombre, realice ese trabajo.
Este
tema es totalmente revolucionario, pues todo el mundo cree que lo físico es lo
real, está sugestionado por el mundo físico; pero lo que realmente estamos
recibiendo a cada instante, a cada momento, son Impresiones.
Un
árbol, una persona, las cosas materiales, nos llegan en forma de impresiones a
la mente por medio de los cinco sentidos, no percibimos, como dice Emmanuel
Kant, “La cosa en sí”. Sin los cinco sentidos no podríamos percibir el mundo,
no existiría para nosotros. El mundo exterior, propiamente no existe; lo que
existe es lo interno. Las impresiones son interiores, y las reacciones (con
tales impresiones) son de tipo completamente interior. ¿Quién podría decir que
está viendo a un árbol en sí mismo? No, estará viendo la IMAGEN DEL ÁRBOL, pero
no al árbol. La COSA EN SI, nadie la ve; se ve la imagen de la cosa, es decir,
surgen en nosotros las impresiones sobre un árbol, sobre una cosa.
Todos
los acontecimientos de la vida llegan a la mente en forma de impresiones, todos
los eventos llegan al cerebro en forma de impresiones. La alegría, la tristeza,
la desesperación, los problemas, las preocupaciones… llegan a la mente en forma
de impresiones, Cualquier circunstancia, cualquier acontecimiento, por
insignificante que sea, siempre llega a la mente en forma de impresiones.
Desafortunadamente
no contamos con un órgano que sea capaz de “digerir” las impresiones, por eso,
generalmente se convierten en agregados psicológicos. Así que, no solamente
tenemos los yoes que poseemos, que traemos de existencias anteriores, sino que
estamos creando todos los días nuevos yoes, y eso es lamentable.
Cualquier
persona puede por sí misma, transformar las impresiones, siempre y cuando
conozca posea el conocimiento de fondo, esotérico, y comprenda el por qué de
esa necesidad (resultaría magnífico transformar las impresiones). ¿Puede la
vida darnos todo lo que se anhela? La vida es prácticamente una sucesión de
impresiones, lo que percibimos de ella son impresiones. Así, querer transformar
la vida quiere decir transformar las impresiones.
Como
la vida está formada de impresiones, nuestra posibilidad de cambio radica en su
transformación. El primer paso consiste en el PRIMER CHOQUE CONSCIENTE, que
significa salir de la mecanicidad, consiste en transformar las reacciones
mecánicas, para que las impresiones sean atrapadas por la conciencia. El primer
choque consiente es el “recuerdo de sí”. Esto no ocurre jamás en forma
inconsciente, se necesita de un esfuerzo auto consiente. EL PRIMER CHOQUE
CONSCIENTE radica, precisamente, en la transformación de las impresiones que
llegan a la mente. Si uno consigue transformar las impresiones que llegan a la
mente, en el momento mismo de su entrada, siempre se puede trabajar en el
resultado de las mismas. Claro está que, al transformarlas, evitamos que
produzcan sus efectos mecánicos, que siempre suelen ser desastrosos en el
interior de nuestra psiquis.
Es
claro que un aspirante gnóstico que comience a comprender esta clase de
trabajo, obviamente (por tal motivo), comienza también a dejar de ser un hombre
mecánico que sirve, exclusivamente, a los intereses de la naturaleza; una
criatura absolutamente dormida, que sencillamente no es más que una “empleada”
de la naturaleza, para los fines económicos de la misma, los cuales no sirven,
en modo alguno, a los intereses de nuestra propia Auto-Realización Intima.
Hablando
de química oculta, las impresiones están formadas de Hidrógeno. Existen doce
hidrógenos básicos que se relacionan con las doce categorías de todo lo creado,
las doce sales zodiacales y las doce esferas de vibración cósmica. Los doce
hidrógenos básicos son el principio de todos los demás hidrógenos, cuyas
densidades van desde el 6 hasta el 12,238. El Hidrógeno 384 se encuentra en el
agua, el 192 en el aire y el 96 en el magnetismo animal.
El
hidrógeno SI-12 se obtiene a través de la transformación de la comida. Al pasar
por nuestra boca entra vibrando con la nota DO, durante el proceso de digestión
se va sutilizando y refinando pasando por las notas RE, MI, FA, SOL, LA y SI.
Esa es la primera octava musical, que se corresponde con la fabricación en
nuestro organismo del Hidrógeno Si-12.
Las
impresiones que llegan a nosotros corresponden al Hidrógeno 48, que es el
hidrógeno que alimenta al cuerpo físico. Sin embargo toda impresión que
corresponde al H-48 puede transformarse en H-24, que es el alimento del cuerpo
astral o de los sueños, y éste a su vez puede ser transformado en H12, que
corresponde al cuerpo mental o de los pensamientos, y luego este, puede ser
transformado en H-6, que corresponde al alimento del cuerpo causal o de la
voluntad.
La
transformación del H-48 en H-24, H12 e H-6 sólo es posible mediante un agente
secreto, la conciencia superlativa del Ser.
Comúnmente
las impresiones llegan a la mente y ésta reacciona. Ante un insulto, la mente
reacciona con ganas de venganza; ante el ofrecimiento de una copa de vino,
reacciona con ansias de beber; ante una impresión del sexo opuesto, reacciona
con lujuria. El hecho de reaccionar quiere decir que se ha olvidado del Ser y
se vive en el mundo del yo. Al olvidarse del Ser, las reacciones van creando
dentro de la psiquis nuevos elementos indeseables que aprisionan a la
conciencia.
Las
reacciones mecánicas de la mente han llenado el mundo de sufrimiento, no hay
amor entre los hermanos, se han olvidado de su propio Ser, viven en el mundo
del ego, en el mundo de la reacción. Los hospitales, los cementerios o
panteones y las cárceles están llenos de equivocados sinceros que reaccionaron
en forma absurda frente a los eventos exteriores.
La
vida nos exige (continuamente) reaccionar. Todas esas reacciones forman nuestra
vida personal. Pero si no vemos que la vida exterior nos llega como meras
impresiones que nos obligan incesantemente a reaccionar (en una forma, más o
menos estereotipada), no veremos donde empieza el punto que realmente
posibilite el cambio, y donde es posible trabajar.
Las
reacciones, que forman nuestra vida personal, son casi todas de tipo negativo.
Entonces también nuestra vida será negativa, no será más que una serie sucesiva
de reacciones negativas, que se dan como respuesta incesante a las impresiones
que llegan a la mente.
Luego
nuestra tarea consiste en transformar las impresiones de la vida, de modo que
no provoquen ese tipo de reacciones negativas a que estamos tan acostumbrados.
Las
impresiones no digeridas o no transformadas se convierten en yoes. Comúnmente
las impresiones llegan a la mente y así permanecen, completamente sin
transformar, dando origen, naturalmente, a nuevos agregados psíquicos como
envidia, codicia, lujuria… Es necesario disolver los yoes, pero también es
necesario dejar de crear nuevos yoes. Alguien podría darse el lujo de disolver
todos los yoes, pero si se olvida de sí mismo, vuelve a crear nuevos yoes.
La
liberación del ser humano se fundamenta en la transformación, y la
transformación tiene como base el sacrificio; un huevo, por ejemplo, contiene
posibilidades latentes de una nueva vida, susceptibles de desarrollo, pero es
necesario el sacrificio para que se originen. El calor, proveniente de una
chimenea, es producto de una combustión, la digestión, que provee de nutrientes
nuestro cuerpo es resultado de la transformación.
En
este momento, al escuchar esta plática, debemos estar transformando las
impresiones, porque de lo contrario, a pesar de estar recibiendo la enseñanza,
estaríamos perdiendo el tiempo. ¿Qué estamos haciendo para digerir esta impresión?
¿Ya estamos en proceso de digestión? Debemos en este momento recordar a nuestro
propio Ser, para que sea él quien reciba la enseñanza de este congreso, debemos
escuchar con el anhelo de llegar al ser.
Si
digerimos las impresiones, se comprenderá mejor la enseñanza, si no se procede
así, sólo se estaría perdiendo el tiempo y la cátedra resultaría completamente
inútil. Así que debemos empezar con HECHOS, porque aquél que escucha la palabra
y no la hace, es semejante al hombre que se mira en el espejo y luego da la
espalda y se retira. No basta escuchar la palabra; hay que digerirla.
Al
interponer al Ser entre la impresión constituida por un Hidrógeno pesado, el
H-48, este se transforma en H-24 y al seguir transformando e interponiendo la
conciencia, se va sutilizando en H-12 y en H-6. Pero si las impresiones no se
transforman, se crean hidrógenos más pesados que son nuevos agregados
psicológicos.
Transformar
las impresiones es interponer la conciencia entre las impresiones y la mente.
Es muy fácil, para ello se requiere no olvidarse de sí mismo. Al recibir
impresiones desagradables, debemos concentrarnos en nuestro Ser, para que sea
la conciencia superlativa del Ser, quien reciba las impresiones y las “digiera”
correctamente. De este modo se evitan las horripilantes reacciones que se tiene
la costumbre de tener ante los impactos provenientes del mundo exterior. El
resultado es maravilloso: se transforman en fuerzas y poderes de orden
superior, se alimenta la conciencia con hidrógenos superiores.
La
recordación de sí mismos es una herramienta muy interesante. Al recordarse de
sí mismo se originan fuerzas diferentes a las de los semejantes, fuerzas que lo
convierten en un sujeto completamente distinto a los demás. Quienes están en
estado de alerta son distintos, sus potencias de vida son distintas. Si se
colocara en un lugar inhóspito a dos sujetos: uno que vive una vida mecanicista
y que jamás se recuerda de sí mismo y otro que viva consiente de momento en
momento, que no se olvida de su Ser, se tiene la certeza de que el primero,
sucumbiría inevitablemente, mientras que el segundo saldría exitoso de la
situación.
Cuando
se aprende a vivir en estado de Alerta Percepción, de alerta novedad, cuando se
recuerda a sí mismo de instante en instante, cuando deja de olvidarse de sí
mismo, incuestionablemente se va tornando consiente. Si no se olvida de su
propio Ser, transforma las palabras del insultador, el Hidrógeno 48 se
transforma en H-24 que sirve para fortificar el cuerpo astral, y en H-12, para
alimentar el mental y en H-6 para alimentar el cuerpo causal. Transforma las
palabras del insultador en una fuerza diferente.
El
trabajo, por ejemplo, sobre las emociones negativas, sobre los estados de ánimo
enojosos, sobre la cuestión esta de la IDENTIFICACIÓN, sobre la
auto-consideración, sobre los YOES SUCESIVOS, sobre la auto-justificación,
sobre la disculpa y sobre los estados inconscientes en que nos encontramos, se
relaciona (en todo) con la transformación de las impresiones y lo que resulta
de ello.
“Supongamos
que nos peleamos con otra persona, porque no nos quiere devolver un dinero que
nos hace falta (incuestionablemente se trata de una impresión no digerida). Si
en el momento en que fuimos a cobrar el dinero no nos lo quiso pagar el deudor
y sentimos una gran contrariedad y el deseo de pelear con ese caballero,
entonces debemos ser lo suficientemente comprensivos para (al llegar a casa)
meditar, y así, estando en paz, por medio del análisis reflexivo, hacer la
digestión de esa impresión. No hay duda de que la ley de la recurrencia ha
actuado ahí, se dio el mismo caso: le prestamos (a ese mismo señor) determinada
cantidad de dinero y no nos lo regresó. Y en la antepasada se dio el mismo caso
y en la trans antepasada lo mismo, y siempre ha sucedido lo mismo, y debido a
eso fabricamos un “Yo” de odio contra ese caballero. Ahora habrá necesidad de
digerir completamente esa impresión (que viene del remoto pasado y que se ha
convertido en un yo), digerirla a través de la reflexión, comprendiendo que ese
dinero es vano, ilusorio, y que a la hora de la muerte no nos llevamos ni un
centavo para la eternidad. Cuando ya nos hemos hecho consientes de eso,
entonces suplicamos a Devi Kundalini Shakty que desintegre ese ego (que no es
más que el resultado de una serie de impresiones “no digeridas”) y es claro que
la Madre Divina lo volverá polvo y quedaremos libres de la impresión.
Así
que las impresiones pasadas y presentes deben ser transformadas en fuerzas
cósmicas y esto es posible no olvidándonos de nosotros mismos, de nuestro
propio Ser. Cuando no se olvida de sí mismo, cuando vive en estado de alerta
novedad, entonces transforma esas impresiones en algo distinto. Cambiar la vida
de uno, no es cambiar las circunstancias meramente externas, es cambiar
realmente las propias reacciones.
Hay
impresiones que no son muy agradables. Por ejemplo, las palabras de un
insultador. Podríamos transformar esas palabras del insultador. Pero si las
palabras son como son, ¿entonces que podríamos hacer? ¿Transformar las
impresiones que tales palabras nos producen? Sí, eso es posible, y la enseñanza
gnóstica nos enseña a cristalizar la SEGUNDA FUERZA (es decir, al Cristo en
nosotros), mediante un postulado que dice:
«HAY
QUE RECIBIR CON AGRADO LAS MANIFESTACIONES DESAGRADABLES DE NUESTROS
SEMEJANTES.»
He
ahí, pues, el modo de transformar las impresiones que producen, en nosotros,
las palabras de un insultador: «RECIBIR CON AGRADO LAS MANIFESTACIONES
DESAGRADABLES DE NUESTROS SEMEJANTES».
Este
postulado nos llevara, naturalmente, a la cristalización de la SEGUNDA FUERZA
(es decir, al Cristo en nosotros), hará que el CRISTO venga a tomar forma en
nosotros. Es un postulado sublime, esotérico en un ciento por ciento...
Ahora
bien, si del mundo físico no conocemos sino las impresiones, entonces
(propiamente) el mundo físico no es tan externo como creen las gentes. Con
justa razón dijo Don Emmanuel Kant: «lo exterior es lo interior». Así, pues, si
lo interior es lo que cuenta, pues debemos transformar lo interior (las
impresiones son interiores).
Todos
los objetos, las cosas, todo lo que vemos, existen en nuestro interior en forma
de impresiones. Si, por ejemplo, nosotros no transformamos las impresiones,
nada cambia en nosotros. La lujuria, la codicia, el odio, el orgullo, etc.,
existen en forma de impresiones (dentro de nuestra psiquis) y vibran
incesantemente.
El
resultado mecánico de tales impresiones, han sido todos esos elementos
inhumanos que llevamos dentro, y que normalmente los hemos llamado Yoes. Los
yoes, que en su conjunto constituyen el mí mismo, el sí mismo.
En
nosotros existe ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza y gula.
Ira,
¿Por qué? porque muchas impresiones llegaron a nosotros, a nuestro interior, y
nunca las transformamos.
Codicia.
Indubitablemente, muchas cosas despertaron en nosotros la codicia: el dinero,
las joyas, las cosas materiales de todo tipo, etc. Esos objetos llegaron a
nosotros en forma de impresiones. Cometimos el error de no haber transformado
esas impresiones, por ejemplo en otra cosa diferente: en una admiración por la
belleza, o en altruismo, o en alegría por el dueño de tales o cuales cosas, en
fin... tales impresiones no transformadas, naturalmente se convirtieron en yoes
de codicia que ahora cargamos en nuestro interior.
Lujuria,
distintas formas de lujuria llagaron a nosotros en forma de impresiones, y
surgieron (en el interior de nuestra mente) imágenes, dijéramos, de tipo
erótico, cuya reacción fue la lujuria.
Como
quiera que nosotros no transformamos entonces esas ondas lujuriosas, esas
vibraciones lujuriosas, ese SENTIR LUJURIOSO, ese EROTISMO MALSANO, no bien
entendido (porque bien entendido, erotismo es sano), naturalmente que el
resultado no se hizo esperar: fue completamente mecánico, nacieron nuevos Yoes
dentro de nuestra psiquis (de tipo, claro está, morboso).
ODIO,
si uno es capaz de transformar las palabras de un insultador; las impresiones
que le produzcan a uno tales palabras, esas quedan entonces como un cheque sin
fondo. Ciertamente, las palabras de un insultador no tienen más valor que el
que les da el insultado. Cuando uno comprende esto, transforma entonces las
impresiones de tales palabras, por ejemplo en algo distinto: En amor, en
compasión por el insultador, y eso (naturalmente) significa
TRANS-FOR-MA-CION...
ORGULLO,
tiene por basamento la ignorancia. ¿De qué puede sentirse orgullosa, por
ejemplo, una persona? ¿De su posición social, de su dinero, de qué? Pero si esa
persona, por ejemplo, piensa que su posición social es una cuestión meramente
mental, es una serie de impresiones que han llegado a su mente (Impresiones
sobre su estado social, o su dinero). Cuando piensa que tal estado no es más
que una cuestión mental, o cuando analiza, pues, la cuestión del dinero y se da
cuenta que eso sólo existe (en la mente) en forma de impresiones.
Si
analiza esto a fondo, si comprende (realmente) que el dinero y la posición
social no son más que impresiones internas de la mente, por el sólo hecho de
comprender que sólo son impresiones de la mente, hay transformación de las
mismas; entonces el orgullo por sí mismo cae, se desploma, y nace en una forma
muy natural, en nosotros, la humildad.
Allí
todo, en nuestra mente, no son sino impresiones de un mundo que llamamos
«exterior», pero que realmente no es tan exterior como se piensa.
VANIDAD
¿Cómo transformar las impresiones que un adulador podría provocar en nosotros?
Obviamente, las alabanzas, las adulaciones, no son más que impresiones que
llegan a la mente, y ésta reacciona en forma de vanidad, pero si se transforman
tales impresiones, la vanidad se hace imposible.
¿Cómo
se transformarían, las palabras de un adulador? ¿Esas impresiones de alabanza,
en qué forma? ¡Mediante la comprensión! cuando uno realmente comprende que no
es más que una infinitesimal criatura en un rincón del universo, de hecho
transforma, tales impresiones de alabanza, o de lisonja, en algo distinto.
Convierte
tales impresiones, en lo que son: polvo, polvareda cósmica, porque comprende su
propia posición.
Ya
sabemos que nuestro planeta tierra es un grano de arena en el espacio. Pensemos
en la Galaxia en que vivimos, compuestas por miles y millones de mundos... ¿Qué
es la tierra? Es una mísera partícula de polvo en ese infinito. ¿Y qué
nosotros? Organismos (dijéramos) así, micro-organismos, dentro de esa
partícula... ¿Entonces qué? ¿Qué conseguiríamos nosotros con estas reflexiones?
CAMBIAR y esto, obviamente, produciría una transformación de las impresiones
que se relacionan con la lisonja, la adulación, la alabanza, y no
reaccionaríamos (como resultado) en forma de orgullo.
Cuando
alguien consigue transformar la totalidad de sus impresiones, será un verdadero
“Bienaventurado”, porque el Ser quedará en él y él en el Ser. Cuando la mente
se torna receptiva, va sintiendo cada vez más al Ser, a través de su centro
emocional superior. Por eso está escrito: “Bienaventurados los limpios de
corazón, porque ellos verán a Dios”… Hay que limpiar el corazón para que haya
entendimiento emocional, mucho más elevado que el entendimiento cerebral. Al
principio solamente existe entendimiento emocional en forma incipiente, a
medida que se van transformando las impresiones, el entendimiento emocional se
irá haciendo cada vez más puro, más apto.
Así
las impresiones son necesarias, porque son alimento, pero es necesario
transformarlas, digerirlas. Es maravilloso que la conciencia reciba las
impresiones que vienen del mundo exterior, porque la conciencia puede
transformarlas en algo diferente: en elementos creadores, en elementos
superlativos del Ser, en fuerzas diamantinas que sirven para el desarrollo de
los chacras, en múltiples fuerzas que sirven para el desarrollo de ciertos
poderes que existen en nuestra constitución interna.
No
olvidarse de sí mismo es la clave que nos permite manejar inteligentemente la
conciencia. Las impresiones pueden transformarse en algo distinto, en poderes,
en luz, en fuego, en armonía, en belleza.
El
trabajo sobre sí mismos puede compararse con la disección, en el sentido de que
es una transformación. El primer choque consciente es formar un instrumento de
cambio en el lugar de entrada de las impresiones. Si mediante la comprensión
del trabajo se puede aceptar la vida como trabajo (esotérico), entonces estará
en un estado constante de recuerdo de sí mismos. Este estado de conciencia de
sí mismo, nos llevará al terreno viviente de la transformación de las
impresiones, y así normalmente (o supra-normalmente, mejor dijéramos), al de
una vida distinta.
Es
decir, que ya la vida no obrara mas sobre cada uno, como lo hacía antes;
comenzaran ustedes a pensar y a comprender de una manera nueva, y este es el
comienzo, naturalmente, de su propia transformación. Porque mientras ustedes
sigan pensando de la misma manera, tomando la vida de la misma manera, es claro
que no habrá ningún cambio en ustedes.
Transformar
las impresiones de la vida, es transformarse uno mismo, y solo una manera de
pensar enteramente nueva, puede efectuarlo. Todo este trabajo, pues, se dirige
hacia una forma radical de transformación. Si uno no se transforma, nada logra.
En
la misma transmutación sexual, hay transformación de las impresiones.
Transformando las impresiones animales, bestiales, en elementos de la devoción,
entonces surge la transformación sexual: la TRANSMUTACIÓN.
Exposición
y Redacción: Instructor: Ismael Moreno Luna ICQ. San Luis Potosí, S. L. P.