EL INFIERNO DE LA CULTURA CHINA. DI YU
Fue en la meseta central de Asía donde se originó la primer subraza de esta raza aria; entre las cordilleras más altas del mundo se establecieron los descendientes de la cuarta raza atlante para ser asiento de una humanidad que prometía ser altamente espiritual y fue allí donde se asentaron los principios filosóficos, artísticos, místicos y científicos que guiaron a la población oriental.
Inolvidables maestro y avataras iluminaron las conciencias de quienes formaron parte de una semilla seleccionada para dar forma a esta raza. El mismo maestro Samael Aun Weor estuvo encarnado en aquellas lejanas tierras durante la segunda subraza de nuestra actual gran raza aria, con el nombre de Chou-li, miembro de la dinastía Chou, para contribuir al auto conocimiento del ser humano, perteneció a la sagrada orden del Dragón amarillo. La cultura china se ha caracterizado por sus técnicas de meditación que conllevan al vacío iluminador.
Gracias a las maravillosas técnicas de meditación de auto conocimiento, los chinos conocieron a fondo los diferentes reinos de la naturaleza, conocidos como tercera dimensión, mundos superiores o cielos y mundos inferiores o infiernos. Concebían los infiernos como un sub-mundo con diferentes regiones dentro de la tierra. Pero también como estados de conciencia de tipo inferior que llegan a desarrollarse en el interior humano.
El infierno chino es símbolo del reino mineral, de los infiernos atómicos de la naturaleza; Di Yu equivale a infierno y significa prisión terrenal; las tradiciones chinas mencionan que está dominado por Yama, el rey del infierno y que se distingue por los llamados “suplicios amarillos”.
A semejanza de los círculos dantescos, el Di Yu se compone de laberintos de prisiones o mazmorras del mundo inferior donde las almas purgan la sentencia de sus pecados terrenales a través de castigos acordes a los pecados y poco a poco el espíritu se va renovando para posteriormente tomar nuevas encarnaciones.
Las tradiciones taoístas y budistas difieren en el número de infiernos que existen, en una se habla de cuatro y en otra de diez tribunales de justicia, que están gobernados por los diez reyes de Yama, quienes son jueces que castigan los diferentes delitos cometidos.
Algunas leyendas chinas mencionan 18 niveles en el infierno, donde se llevan a cabo castigos o suplicios de acuerdo a los pecados cometidos, por ejemplo, quienes no respetaron a los Dioses en vida, sufren siendo serrados por la mitad; los ladrones y asesinos de niños son atados con cadenas al cuello y golpeados continuamente; los avaros son sujetados a yugos que les impiden dormir o comer; los creadores de intrigas y discordias en las familias son roídos por cerdos y perros; quienes atentan contra el amor filial son decapitados; quienes violan la ley y los criminales son triturados en molinos; otros deben subir por árboles de hojas afiladas o permanecer en sitios de inmundicia.
Para los chinos el infierno no es eterno, ya que al terminar de disolver las culpas, son extraídos de ese sub-mundo para reencarnar, solamente que al hacerlo, el individuo olvida todo lo acontecido debido a que Meng Pol, la señora del olvido, impide que recuerde lo que vivió. Meng Pol representa la conciencia que, al identificarse con el mundo terrenal, olvida lo experimentado tanto en el Di Yu como en las vidas anteriores.
Quienes evitan tomar la poción secreta de Meng Pol, son capaces de recordar algunos acontecimientos de sus vidas pasadas mediante los sueños.
Enviado por Susana M. Rodríguez L. Calmecac, San Luis Potosí, S.L.P.
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