JESUS EL CRISTO

JESUS EL CRISTO
Gnosis por Samael Aun Weor

domingo, 9 de enero de 2011

DIOS ES TAMBIEN MUJER


EL ETERNO FEMENINO.
(DIOS ES MUJER TAMBIEN…)

EL ETERNO FEMENINO

La ignorancia que la filosofía y la religión tienen sobre la naturaleza femenina, es una de las causas del mal trato que tradicionalmente se le ha dado a la mujer.

Especialmente, las tres grandes religiones monoteístas que prevalecen en el mundo -cristianismo, islamismo y judaísmo-, han contribuido a que ese mal trato haya cristalizado en la sociedad desde tiempos inmemoriales.

El origen de esta ignorancia se encuentra en la equivocada interpretación literal de los relatos alegóricos y simbólicos, que sobre la caída y degeneración del hombre se encuentran en las Sagradas Escrituras.

Ciertas tradiciones esotéricas enraizadas en la arcaica Religión-Sabiduría de las primeras épocas de la humanidad, otorgan al hombre y a la mujer el justo lugar que ocupan en esta creación.

Lo masculino y lo femenino son dos manifestaciones de la Divinidad-Una: el Varón y la Varona fueron creados como un ser único - "Los dos no serán sino una sola carne" (Mat. XIX, 45)-, que integraba en sí mismo las dos naturalezas opuestas...

Los procesos misteriosos de la Gran Naturaleza, llevaron a la separación de estos dos principios en formas separadas; desde entonces, los cuerpos humanos nacieron con los sexos diferenciados, según la naturaleza que se expresa en cada uno de ellos...

El "machismo" es una posición tan equivocada como el "feminismo".

Hombre y mujer deben recorrer de la mano el camino que los lleve de regreso al paradisíaco estado primordial.

El Camino de la Regeneración Espiritual del hombre y de la mujer, es totalmente sexual; si hombre y mujer se odian, están atentando contra el único medio que les puede ayudar.

Hablando en lenguaje Tántrico, diremos, que "cuando se cae al suelo, hay que levantarse con la ayuda del mismo suelo...".

Aquello que nos hizo caer, es lo mismo que nos puede ayudar a levantar.

El Sexo es la puerta de salida y de entrada.

Lo masculino y lo femenino son eminentemente sexuales...

El hombre y la mujer al orar invocan a Dios, pero al unirse sexualmente, se convierten en Dios.

La Senda de la Realización Cósmica es el camino del Matrimonio Perfecto...

... El concepto aquél de que sólo los hombres pueden llegar a la Cristificación, resulta falso, porque Dios es mujer también.

En nombre de la verdad he de decir, en forma enfática, que si Dios resplandece a través de las "Cleopatras" de la Isla Elefantina, que si Dios resplandece a través de las "Vestales" de Egipto y de Persia y de Grecia y de Roma y de Siracusa, también resplandece gloriosamente a través de las mujeres de cada tiempo y de cada época, y a través de la madre que arrulla al hijo en sus brazos...

Así que, en nombre de la verdad he de decir, que la mujer tiene los mismos derechos que el varón.

El varón nunca es más que la mujer, aunque pretenda serlo.

El Principio Femenino Universal resplandece en cada piedra, en el lecho cantarín de cada arroyuelo, en la montaña deliciosa llena de árboles, en toda la Naturaleza...

Resplandece el principio femenino en toda obra: en el ave que vuela taciturna, que regresa a su nido para arrullar a sus hijos; en el pez que se desliza entre las profundidades del borrascoso Ponto, entre las fieras más terribles de la Naturaleza.

El Principio Femenino Universal..., el Eterno Femenino, brilla entre los luceros más lejanos que anidan en el corazón de toda mujer que ha resplandecido con la disolución del "Ego" y la Cristificación.

Así que, en nombre de la verdad, no podemos menos que sentir admiración ante el Eterno Femenino...

Osiris, desdoblado, convertido en mujer, anida con su amor en el corazón del sistema solar.

El Eterno Femenino es el asiento de donde surge toda vida en el amanecer de la Aurora del Mahamvantara.

El Logos hace fecunda la materia caótica, hace que resplandezca el vientre de la Virgen-Madre, del Eterno Femenino, para que surja de entre el caos, reluciente, el universo...

Así que, no hay motivos como para que las mujeres se sientan tristes o deprimidas, suponiendo que solamente sirven de vehículo a los hombres que quieren cristificarse.

Realmente, ellas tienen el mismo derecho y llegan a las mismas alturas.

Si la mujer es el vehículo para el hombre, mediante el cual éste último puede cristificarse, también he de decirles a ustedes, que el hombre es el instrumento, el vehículo mediador, mediante el cual cada una de ustedes puede llegar a la Cristificación.

Las columnas "J" y "B" de todo templo, están presentes en el templo corazón.

Las columnas masculina y femenina no están demasiado cerca, ni demasiado lejos; hay un espacio entre ambas para que la luz pueda penetrar en medio de ellas.

El Eterno Femenino resplandece no solamente en eso que no tiene nombre, no solamente en el Espíritu Universal de Vida, no solamente en las estrellas -que se atraen y repelen de acuerdo con la Ley de las Polaridades-, el Eterno Femenino resplandece también dentro del átomo, dentro de los iones, dentro de los electrones, dentro de los protones, en las partículas más infinitesimales de todo eso que vibra y palpita en la creación.

El Eterno Femenino hace compás maravilloso con el Eterno Masculino para crear y volver nuevamente a crear.

El Eterno Femenino, Dios mismo convertido en Madre, labora intensivamente en esta creación.

El Eterno Femenino es el rayo que despierta las conciencias adormecidas de los hombres.

El momento ha llegado en que cada mujer levante con su diestra la antorcha del verbo para iluminar el camino de los varones.

Con profundo dolor he de decir: los varones de esta época marchan por la línea de la entropía, es decir, caminan en forma descendente, involutiva.

Ha llegado el momento en que las mujeres extiendan su diestra a los varones para levantarlos, para regenerarlos, para hacer de ellos algo distinto, algo diferente.

Ha llegado el instante en que las mujeres comprendan que el elemento masculino está en involución por estos tiempos; ha llegado el momento en que la mujer luche intensivamente por regenerar al hombre.

Así, pues, que a las mujeres les corresponde en esta Era un gran papel, cual es el de regenerar al elemento masculino decadente.

En nombre de la verdad he de decir, que el amor es el fundamento de la Auto-realización íntima del Ser.

Un matrimonio perfecto es la unión de dos seres, uno que ama más, y otro que ama mejor.

El amor es la mejor religión asequible a la especie humana.

Para que haya amor se necesita que haya afinidad de pensamientos, afinidad de sentimientos, preocupaciones idénticas...

El beso viene a ser, precisamente, como una consagración mística de dos almas ávidas de expresar en forma sensible lo que interiormente viven.

El acto sexual viene a ser la consustancialización del amor en el realismo psicofisiológico de nuestra naturaleza.

El amor, en sí, es una efusión, una emanación energética de lo más hondo que tenemos en el interior, en la conciencia.

Observen, por ejemplo, un anciano enamorado; aquellas fuerzas que fluyen de lo íntimo hacen vibrar intensivamente las glándulas endocrinas del organismo entero, y éstas intensifican su producción hormonal; tales hormonas circulan por la sangre vitalizando a todo el cuerpo físico, y así el anciano se regenera, rejuvenece, resplandece en él la vitalidad.

Obviamente, el amor es grandioso en sí mismo.

Amar, ¡cuán grande es amar!, solamente las almas grandes pueden y saben amar.

Para que haya amor se necesita absoluta afinidad de sentimientos.

El amor, en sí mismo, es el summum de la sabiduría.

El amor no puede ser definido, porque entonces se desfigura.

En las tierras del Oriente jamás se levantan monumentos a los héroes, a los varones, sino a las mujeres que saben amar.

Se le rinde culto al Eterno Femenino con los diversos nombres orientales: ella es la Shakti Hindú, ella es la Kundalini divinal, ella es, precisamente, el Verbo en su aspecto femenino universal.

En el Oriente se aprecia más el amor, mucho más que las teorías meramente intelectivas.

Las sacerdotisas del Japón, las mujeres del amor..., allí jamás lo profanan, lo consideran como algo demasiado sagrado.

En el mundo de la antigua Grecia, las Vestales eran siempre respetadas por todos los varones, porque verdaderamente ellas, en sí mismas, eran las sacerdotisas del amor.

Dios en su aspecto femenino es la adorable Isis, la casta Diana, es también el Gran Alaya del Universo.

Dios en su aspecto femenino es la matriz de toda esta creación; en realidad de verdad no hubieran surgido jamás los mundos de entre el caos, de entre el Gran Alaya, si previamente el Eterno Femenino no hubiera existido.

Dios-Madre, la matriz universal, resplandece entre el caos profundamente.

La mujer, en sí misma, tiene todos los poderes ya que es fruto de lo divinal.

La mujer, en sí misma, debe ayudar al varón.

Ha llegado la hora de comprender que el Eterno Femenino es el poder más grandioso de este Universo.

Ha llegado la hora de entender el estado de receptividad trascendente y trascendental que posee la mujer: esa intuición, esa capacidad que tiene para percibir directamente y por sí misma, y sin tantas teorías, la verdad.

Ha llegado la hora de comprender que junto a la columna "J" está la columna "B".

Ha llegado la hora de entender que dentro del átomo, los principios masculinos y femeninos, los iones y los electrones, se ordenan y agitan intensivamente.

El Eterno Femenino, Dios-Madre, es El Alma del Universo, como decía Platón, el Anima Mundi crucificada en el planeta Tierra.

El Sol de la Medianoche vive enamorado de la mujer.

El Sol de la Medianoche, el Logos, ama a la mujer.

Ella es Urania-Venus, la que tiene el libro de la sapiencia en sus manos.

Ella es, precisamente, la Vestal que está entre las dos columnas en el templo egipcio.

Ella es la esposa del Tercer Logos.

Comprendidos estos principios, debemos nosotros, los varones, reverenciar a la mujer, rendir culto a la mujer, porque sin la mujer no podríamos nosotros llegar a la Auto-realización íntima del Ser.

El Sexo femenino está representado por el Santo Grial, por el Vaso de Hermes y de Salomón.

SAMAEL AUN WEOR
(Sabiduría Gnóstica)


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