CIENCIA ATÓMICA
POR: SAMAEL AUN WEOR
El sistema solar de Ors, en el cual vivimos, nos
movemos y tenemos nuestro Ser, resulta siendo en el fondo una gran Molécula que
se desarrolla y desenvuelve dentro de ese organismo vibrante y espiraloide de la Vía Láctea.
Las distintas concepciones científicas sobre átomos
son en el fondo exclusivamente provisionales.
El fraccionamiento atómico de ninguna manera significa
conocimiento absoluto sobre la estructura del átomo, o sobre el complejo
mecanismo íntimo de moléculas, corpúsculos sub-atómicos y electrones.
La concepción saturniana de la estructura atómica es
muy empírica; toda opinión científica o supra-científica resulta siendo
demasiado relativa e inestable.
Nosotros los gnósticos afirmamos enfáticamente que,
además de los protones, electrones, neutrones, etc., existen muchos otros
corpúsculos, todavía desconocidos para la ciencia oficial.
Dentro del núcleo atómico existe una formidable
estructura absolutamente desconocida para la ciencia oficial.
Los científicos ya fraccionan el átomo para liberar
energía nuclear, pero realmente nada saben sobre la íntima estructura
intra-corpuscular del electrón.
EL ELECTRÓN
A la luz de la nueva cultura iniciada en el mundo por
el Movimiento Gnóstico, podemos considerar al electrón como una primordial
cristalización de eso que los indostaníes llaman Akasha, la materia prima de la Gran Obra , la sustancia
única de la cual devienen por cristalizaciones encadenadas las múltiples
sustancias, los distintos elementos de la Naturaleza.
El electrón es fuera de toda duda, una cristalización
primordial extraordinaria de carácter supra-atómico.
Todo átomo, todo electrón, tiene su origen en el seno
viviente del Akasha puro, la sustancia primordial, el Mulaprakriti de los indostaníes,
el Caos, las Aguas Seminales Universales del Génesis, el eterno femenino,
simbolizado por todas las deidades femeninas de las antiguas religiones, la Gran Madre , Isis,
Adonía, Insoberta, Rea, Cibeles, Vesta, María, Tonantzín, etc.
Esta sustancia primordial, este Akasha, esta materia
prima de la Gran Obra ,
es, fuera de toda duda, la
Madre Divina , Isis, la virgen adorable de todas las
religiones antiguas, siempre llena de gracia.
El Padre, el Primer Logos, depositó en ella toda la
gracia de su sabiduría.
El Hijo, el Segundo Logos, depositó en ella toda la
gracia de su amor.
El Espíritu Santo, el Tercer Logos, depositó en ella
toda la gracia de su poder ígneo.
Realmente en el Universo sólo existe una sola
sustancia básica que, cuando cristaliza, recibe el nombre de Materia y, cuando
no cristaliza, cuando permanece en su estado fundamental, recibe el nombre de
Espíritu Universal de Vida.
Ella inicia sus procesos de condensación o
cristalización cuando el Tercer Logos, mediante el connubio sexual de la
palabra, la hace fecunda con el fuego flamígero.
Ella permanece en su estado insípido, insustancial,
inodoro, durante la noche cósmica, durante el gran Pralaya, cuando el Universo
que existió, ya no existe.
Cuando el Fuego la hace fecunda, el Cristo Cósmico, el
Segundo Logos penetra en su vientre, el gran vientre, y nace de ella y en ella
para crucificarse en los mundos, por ello siempre se la representa con el niño
en sus brazos.
Es Isis con el niño Horus en sus brazos, es María con
el niño Dios en sus brazos, etc.
En el vientre fecundo de la Gran Madre se originan,
bajo el impulso del Tercer Logos, muchos campos de fuerza en donde las ondas de
lo que podemos llamar pre-materia condensan en corpúsculos.
Nada saben los científicos modernos sobre el misterio
del núcleo atómico, que se considera formado por protones y neutrones, nada
preciso saben sobre las fuerzas nucleares.
Todo el material planetario está científicamente
constituido por átomos maravillosos; fuera de toda duda, éstos son las partículas
más pequeñas de los elementos.
Todo átomo es un verdadero Universo en miniatura.
Todo átomo es un trío de materia, energía y
conciencia.
El átomo está constituido por un núcleo o sol muy
radiante cargado positivamente de electricidad, alrededor del cual giran
danzando felices los electrones planetarios infinitesimales, cargados
negativamente.
El núcleo atómico es semejante en todos los
materiales, como es también el electrón, variando entre sí los elementos
únicamente por el número de los electrones supeditados al núcleo, y por
variaciones correspondientes a su carga.
El átomo es todo un sistema solar en miniatura.
Exactamente lo que el Sol es al sistema solar y el
huevo fecundado al cuerpo humano, es el núcleo atómico con respecto a todo el
Universo atómico.
Se nos ha dicho que el diámetro del núcleo atómico
puede ser de un diez milésimo de todo el átomo.
Y como Júpiter en el sol, se nos dice que sus
electrones pueden medir un décimo de diámetro de su núcleo; de modo que en su
escala propia circulan en una inmensidad de espacio tan gigantesco y profundo
como el que abarca en su totalidad el planeta Tierra y los otros planetas del
Sistema Solar de Ors.
El hidrógeno, con un electrón, tiene número atómico 1;
el helio con dos electrones, 2; etc., con dos excepciones; únicamente los
elementos desarrollados entre el vientre de la Gran Madre resultan
siendo en el fondo distintas cristalizaciones de la sustancia primordial.
Existen en la Naturaleza siete categorías fundamentales de
densidad entre los variados elementos.
Cada elemento es atraído sexualmente por aquél que
posee el número complementario de electrones, del modo maravilloso como el
sodio, con un electrón sobrante, se inclina sexualmente por el cloro, al que
falta uno, para formar sal.
Aquí tenemos al sexo... Aquí tenemos al macho y a la
hembra de los elementos de la
Naturaleza uniéndose sexualmente.
El metal positivo es impelido irresistiblemente a
combinarse sexualmente con el metaloide negativo, en proporción exacta a su
contraste.
Este es un paralelismo platónico extraordinario de las
almas gemelas, que buscan su mitad complementaria de la que fueron separadas en
la primera creación.
El elemento activo en el Sol Cristo es fuera de toda
duda el hidrógeno en cantidad infinita.
El átomo del hidrógeno posee un solo electrón que gira
alrededor de su núcleo básico.
El átomo del hidrógeno se encuentra en la frontera entre
la materia en estado molecular y la materia en estado electrónico.
El siguiente estado de sutilización del hidrógeno
corresponde a los electrones libres, luz, ondas magnéticas, estado espiritual.
Para crear un átomo de helio y dos rayos de sol se necesita
consumir cuatro átomos de hidrógeno.
La energía sexual del Tercer Logos fluye
avasalladoramente desde el centro de todo átomo y de toda Galaxia y de todo
Sistema Solar, uniendo polos opuestos para nuevas creaciones.
Los átomos del hidrógeno se complementan con los
átomos de carbono para iniciar el desarrollo de la luz.
Los átomos masculinos del hidrógeno con un sólo
electrón bombardean a los átomos femeninos del carbono, de seis electrones,
para originar los átomos de nitrógeno con siete electrones.
Los átomos del nitrógeno al unirse sexualmente con
nuevos átomos de hidrógeno se convierten en átomos de oxígeno ligero.
Cuando un átomo de oxígeno ligero se halla en plenitud
se escapa de él un electrón libre y cierta cantidad de energía radiante.
Después de esto el resultado es un átomo pesado de
nitrógeno que es nuevamente bombardeado sexualmente por hidrógeno; sin embargo,
esta vez se obtiene un resultado diferente.
El propio átomo de hidrógeno captura uno de los
electrones del nitrógeno para formar un átomo de helio con dos electrones, en
tanto que el átomo de siete electrones del nitrógeno, se reduce al átomo de
seis electrones del carbono con el que empezamos porque el fin es siempre igual
al principio más la experiencia del cielo.
Esa es la ley.
Así se cierra este ciclo sexual del carbono.
La luz solar se gesta sexualmente en la novena esfera
(el sexo).
La gran luz solar es el resultado químico y matemático
de los distintos procesos sexuales atómicos del carbono.
Los átomos del hidrógeno vienen a constituir un puente
entre el espíritu universal de vida y la materia de diferentes densidades.
LAS EXPLOSIONES NUCLEARES
El fraccionamiento del átomo, las explosiones
nucleares, liberan materia abismal sumergida, nuevos elementos atómicos terriblemente
malignos; Neptunio (93), Plutonio (94), Americio (95) y Curio (96).
Este tipo infernal de sustancias atómicas
terriblemente malignas se escapan del abismo con las explosiones atómicas, y
atraen a la superficie de la
Tierra y a la mentalidad de las gentes ciertas
características psicológicas, espantosamente monstruosas.
La desintegración del átomo es una blasfemia, una
locura científica que no solamente trae daños físicos a este afligido mundo,
sino también monstruosidades psíquicas mentales, abominaciones espantosas de
tipo infernal, etc.
Si el ser humano estudiara mejor la energía solar y la
aprendiera a usar inteligentemente, el combustible líquido sería eliminado y la
conquista del espacio sería un hecho, a condición de una conducta recta.
Donde alcance a llegar un rayo de luz solar alcanza a
llegar el hombre.
La energía solar es millones de veces más potente que
la energía atómica.
Esta gran molécula,
este Sistema Solar de Ors, funciona maravillosamente gracias al terrible
potencial de la energía solar.
samael aun weor
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