EL PROCESO QUÍMICO DENTRO DEL SER HUMANO...
Los hidrógenos y los tres alimentos.
Todas las materias, desde el hidrógeno 6 hasta el hidrógeno 3.072, se encuentran en el organismo humano; y allí todos desempeñan su papel.
No debe olvidarse que el término hidrógeno tiene, para nosotros, un sentido muy amplio.
Cada elemento simple es un hidrógeno de una cierta densidad; además, cualquier combinación de elementos que posee una función determinada, ya sea un universo o en el organismo humano, es también un hidrógeno.
El hidrógeno 768, se define como alimento, comprende todas las substancias que pueden servir de alimento al hombre.
Las substancias que no pueden servirle de alimento son, por ejemplo un trozo de madera, pertenecen al hidrógeno 1.536; un trozo de hierro al hidrógeno 3.072.
El hidrógeno 384 será definido como agua.
El hidrógeno 192 es el aire que respiramos.
El hidrógeno 96, está representado por gases enrarecidos que el hombre no puede respirar, pero que desempeñan un papel muy importante en su vida; además, ésta es la materia del magnetismo animal, de emanaciones del cuerpo humano como hormonas, vitaminas, etc.; en otras palabras, con el hidrógeno 96 termina lo que se llama materia, o más bien, lo que nuestra física y química consideran como materia.
Los hidrógenos 48, 24, 12 y 6 son materias desconocidas para nuestros físicos y químicos contemporáneos.
Estas son las materias de nuestra vida psíquica y espiritual en sus diferentes grados.
El organismo humano es comparable a una fábrica de productos químicos donde todo ha sido previsto para un alto rendimiento.
Pero en las condiciones ordinarias de la vida nunca alcanza su máxima capacidad, porque sólo se usa una pequeña parte de su maquinaria y esta no produce sino lo imprescindible para su propia existencia.
Hacer trabajar a una fábrica de esta manera es evidentemente antieconómico.
El trabajo de la fábrica consiste en transformar una clase de materia en otra, es decir, desde el punto de vista cósmico, las substancias más groseras en substancias más finas.
La fábrica recibe del mundo exterior, como materia prima, una cantidad de “hidrógenos” groseros, y su trabajo consiste en transformarlos en “hidrógenos” más finos, por medio de toda una serie de complicados procesos alquímicos.
Pero en las condiciones ordinarias de la vida, en la fábrica humana es insuficiente la producción de los hidrógenos más finos que nos interesan especialmente ante la posibilidad de estados superiores de conciencia, y desde el punto de vista del trabajo de los centros superiores; y todos estos hidrógenos más finos se malgastan sin provecho para mantener la existencia de la fábrica misma.
Si pudiéramos aumentar la producción de la fábrica a su más alto nivel de rendimiento posible, podríamos entonces comenzar a ahorrar los hidrógenos finos.
Cada hombre tiene bastante energía para comenzar el trabajo sobre sí.
Sólo es menester que con miras a un trabajo útil aprenda a economizar la energía de la cual dispone, y que la mayor parte del tiempo se disipa por completo.
La energía se gasta sobre todo en emociones inútiles y desagradables, en la espera ansiosa de las cosas desagradables, en lo malos humores, en prisas inútiles, nerviosismo, irritabilidad, fantasías y ensueño, etc.
La energía se desperdicia en el trabajo equivocado de los centros; en la tensión inútil de los músculos; en la perpetua habladuría; en la identificación con todo lo que sucede a nuestro alrededor, etc.
Al comenzar a luchar contra todos estos hábitos, un hombre ahorra una enorme cantidad de energía, y con la ayuda de esta, puede emprender fácilmente el trabajo de estudio de sí y del perfeccionamiento de sí.
Encaminada a ahorrar energía, el v. m. samael aun weor nos da la práctica del sello hermético.
Si ahorrásemos la energía, entonces la totalidad del cuerpo, todos los tejidos, todas las células se saturarían de estos hidrógenos finos que gradualmente se fijarían en ellos, cristalizándose de una cierta manera.
Esta cristalización de los hidrógenos finos llevaría poco a poco al organismo entero hasta un nivel más alto, hasta los planos más elevados del ser.
Pero esto nunca puede suceder en las condiciones ordinarias de la vida, porque la fábrica gasta todo lo que produce.
“aprended a separar lo sutil de lo grosero”.
Este principio de la “tabla esmeralda” de Hermes, se refiere al trabajo de la fábrica humana, y si un hombre aprende a “separar lo sutil de lo grosero”, es decir, a llevar la producción de hidrógenos finos a su más alto nivel posible, por este mismo hecho creará para sí mismo la posibilidad de un crecimiento interior que no puede ser asegurado por ningún otro medio.
El crecimiento interior (nacimiento), el crecimiento de los cuerpos interiores del hombre (el astral, el mental, el casual), es un proceso material análogo al crecimiento del cuerpo físico.
Si el organismo físico comienza a producir una cantidad suficiente de estas substancias finas, y si luego se constituye el cuerno astral en él, este organismo astral necesitará para mantenerse una cantidad mucho menor de estas substancias que las que necesitó para su crecimiento.
El sobrante de estas substancias podrá entonces emplearse para la formación y el crecimiento del “cuerpo mental”, pero por supuesto, éste exigirá mucha cantidad de estas substancias que las requeridas para el crecimiento y la alimentación del cuerno astral.
El exceso de las substancias no requeridas por el cuerpo mental servirá para el nacimiento y crecimiento del “cuerpo casual”.
Pero este exceso tendrá que ser muy grande.
Todas las substancias finas necesarias para la manutención y la alimentación de los cuerpos superiores debe ser producidas en el organismo físico, y éste es capaz de producirlas siempre que la fábrica humana trabaje debida y económicamente.
El organismo humano recibe tres clases de alimento:
1º) el alimento ordinario que comemos.
2º) el aire que respiramos.
3º) nuestras impresiones.
No es difícil comprender que el aire es una clase de alimento para el organismo.
Pero a primera vista puede parecer difícil comprender cómo las impresiones pueden ser un alimento.
Siempre debemos recordar que con cada impresión exterior, sonora, visual u olfativa, recibimos desde afuera cierta cantidad de energía, cierto número de vibraciones; esta energía que penetra en el organismo desde el exterior es un alimento.
Más aún, la energía no puede ser transmitida sin materia.
Si una impresión exterior introduce con ella una energía exterior en el organismo, ello significa que una materia exterior también penetra en el organismo y lo nutre, en el pleno sentido de la palabra.
Para una existencia normal, el organismo necesita de los tres tipos de alimento.
El organismo no puede existir con la ayuda de uno solo, ni siquiera con la de sólo dos, se necesitan los tres.
El organismo sin comida, y aún sin agua puede vivir varios días.
Sin aire, no puede subsistir más de unos minutos.
Pero sin impresiones, un hombre no puede vivir ni un solo instante.
Si de alguna manera se pudiera detener el flujo de las impresiones o privar al organismo de su capacidad de recibirlas, moriría instantáneamente.
La naturaleza nos transmite a través de nuestras impresiones la energía por la cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
Por lo tanto, de las tres clases de alimento, la más importante son las impresiones.
Las impresiones, el aire y el alimento físico permiten al hombre vivir el término de su tiempo normal de vida y producir las substancias necesarias no sólo para mantener su vida, sino también para la creación y el crecimiento de los cuerpos superiores.
El proceso de trasformar en substancias más finas las substancias que entran en el organismo está gobernado por la ley del 7, o ley de la octava.
el alimento físico es h-768.
Este hidrógeno penetra en el organismo como “oxigeno”, do 768.
El oxígeno 768 encuentra el carbono 192, ya presente en el organismo.
De la unión de “oxígeno 768” y “carbono 192” resulta el nitrógeno “n 384”.
Nitrógeno 384 es la nota siguiente, re. re 384, que se convierte en el oxigeno de la tríada siguiente, encuentra en el organismo el carbono 96, y el conjunto producen un nuevo nitrógeno, n 192, que es la nota mi 192.
Como sabemos por la ley de octava, mi no puede pasar a fa en una octava ascendente sin un choque adicional.
En el momento en que mi 192 aparentemente debería llegar a un punto muerto, penetra en el organismo el “segundo alimento” -el aire- bajo la forma de do 192.
La nota do contiene los semitonos necesarios, es decir, toda la energía necesaria para pasar a la próxima nota, y en alguna forma da parte de su energía a la nota mi, que es de igual densidad.
La energía de este do al unirse con el carbono 48 ya presente en el organismo, da a mi 192 suficiente fuerza para que pueda pasar al nitrógeno 96.
El nitrógeno 96 será la nota fa.
Fa 96, al unirse con el carbono 12, presente en el organismo, pasa al nitrógeno 48 - la nota sol.
La nota sol 48, al unirse con el carbono 12, presente en el organismo, pasa al nitrógeno 24- la nota la 24.
La 24 se une con el carbono 6, presente en el organismo, y se transforma en nitrógeno 12, o hidrógeno sexual si 12.
Si 12 es la substancia más alta que el organismo puede producir a partir del alimento físico, con la ayuda del choque adicional dado por el aire.
Este choque es de tipo mecánico.
El aire entra en el organismo como do 192 y al dar una parte de su energía a mi 192 (de la octava del alimento) se une a su vez, en un cierto punto con el carbono 48, presente en el organismo y pasa a re 96.
Re 96 pasa a mi 48 con la ayuda del carbono 24, y con esto, el desarrollo de la segunda octava se detiene.
Para pasar de mi a fa es indispensable un choque adicional, pero en este sitio la naturaleza no ha preparado ningún choque adicional, y la octava del aire, no puede desarrollarse más allá y en las condiciones ordinarias de la vida, no se desarrolla más allá.
La tercera octava (las impresiones) comienza con do 48.
Las impresiones entran en el organismo bajo la forma de oxígeno 48.
Do 48 tiene suficiente energía para pasar a la próxima nota, pero en el momento en que do 48 penetra en el organismo, no se presenta el carbono 12 necesario para esta transición.
Como podemos observar entonces, en las condiciones normales de existencia, la producción de materias finas por la fábrica llega entonces a un punto muerto, se detiene, y la tercera octava resuena solo como do.
La substancia de la más alta calidad producida por la fabrica es hidrógeno sexual si 12, y para todas sus funciones superiores, la fábrica no puede emplear sino esta substancia superior.
Sin embargo, hay una posibilidad de acrecentar el rendimiento, es decir, de permitir que la octava del aire y la octava de las impresiones se desarrollen más.
Para este fin es indispensable crear una clase especial de “choque artificial” en el punto mismo en que la tercera octava se ha detenido.
Esto significa que el “choque artificial” debe ser aplicado a la nota do 48.
Un choque artificial en este punto significa cierta clase de esfuerzo, hecho en el momento en que se recibe una impresión.
En la vida ordinaria no nos recordamos a nosotros mismos.
No nos recordamos, es decir, no tenemos la sensación de nosotros mismos en el momento de la percepción de una emoción, de un pensamiento o de una acción, no somos conscientes.
Por ejemplo, en un estado psíquico ordinario, simplemente miro a la calle.
Pero si “me recuerdo” a mí mismo, no miro simplemente a la calle, yo siento que la miro, como si me dijera a mí mismo: “yo miro”.
En vez de una impresión de la calle, tengo dos impresiones: una de la calle y la otra de mí mismo mirando a la calle.
Esta segunda impresión producida por el hecho de mi “recuerdo de mí”, es el “choque adicional”.
Además, sucede que la sensación adicional conectada por el “recuerdo de sí”, trae consigo un elemento de emoción; en ese instante el trabajo de la máquina llama cierta cantidad de carbono 12.
Los esfuerzos por recordarse así mismo, la observación de sí en el momento en que se recibe una impresión, dobla la intensidad de las impresiones y hace que do 48 pase a re 24.
Al mismo tiempo, los esfuerzos que corresponden a la transición de una nota a otra, permiten que do 48 de la tercera octava entre en contacto con mi 48 de la segunda octava, y que le dé a esta nota la cantidad de energía necesaria para pasar de mi a fa.
De manera, el choque dado a do 48 se extiende también a mi (del aire) y permite que la segunda octava se desarrolle.
Mi 48 pasa a fa 24; fa 24 pasa a sol 12; sol 12 pasa a la 6.
La 6 es la materia de la más alta calidad que no puede ser producida por el organismo a partir del aire.
Sin embargo, esto puede ser obtenido por el esfuerzo consciente, realizado en el momento en que se recibe una impresión.
Todos respiramos el mismo aire.
Además de los elementos conocidos por nuestra ciencia, el aire contiene un gran número de substancias que ésta no conoce.
Pero es posible hacer un análisis tanto del aire aspirado como del espirado.
Este análisis muestra que si el aire aspirado por diversas personas es estrictamente el mismo, el aire espirado por cada una de ellas se revela completamente diferente.
Si suponemos que el aire que respiramos está compuesto de veinte elementos.
Cada uno de nosotros absorbe un cierto número de elementos en cada aspiración.
Seguimos suponiendo que se absorben siempre cinco de ellos.
Por consecuencia, el aire espirado por cada uno está compuesto de quince elementos; cinco han ido a nutrir el organismo.
Sin embargo, ciertos hombres no exhalan quince, sino diez elementos, es decir, que absorben cinco elementos más.
Estos cinco elementos son hidrógenos superiores, estos serían los “átomos aspirantes y átomos transformadores”, que cita el maestro m en su libro dioses atómicos.
De ahí la importancia de realizar la práctica del pranayama, lo más conscientemente posible, en recuerdo de sí, para poder absorber así esos átomos transformadores, estos hidrógenos superiores.
Para extraer más hidrógenos superiores del aire, es necesario que nuestro organismo disponga de una cierta cantidad de estas substancias finas.
Estas substancias finas contenidas en el organismo actúan entonces como un imán sobre las substancias finas contenidas en el aire inhalado.
De esta manera encontramos la antigua ley alquímica; “para hacer oro, primero hay que tener oro”.
La alquimia en su totalidad no es sino una descripción alegórica de la fábrica humana y de su trabajo de transformar los metales viles (substancias groseras) en metales preciosos (substancias finas).
La tercera octava, es decir, la octava de las impresiones, comienza con un esfuerzo consciente.
Dado este choque do 48 pasa a re 24 y 24 pasa a mi 12.
El desarrollo de la octava llegado a este punto se detiene.
Si examinamos ahora el resultado del desarrollo de estas tres octavas, veremos que la primera octava ha alcanzado si 12, la segunda la 6, y la tercera, mi 12.
De esta manera, la primera y la tercera octava se detienen en notas que no se pueden pasar a las notas siguientes.
Para el desarrollo ulterior de estas dos octavas, es necesario un segundo choque consciente en cierto punto de la máquina: se necesita un nuevo esfuerzo consciente.
Este segundo choque consciente, sabemos gracias al v. m, samael, que se refiere al arcano A.Z.F. la transmutación de la energía sexual.
Ningún crecimiento real, es decir, ningún crecimiento de los cuerpos superiores es posible sin este segundo choque consciente.
E. B.
GNOSIS
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