EL BAUTISMO DE JESÚS
POR: SAMAEL AUN WEOR
El Buddha
Jesús estaba lleno de majestad, lo único que le faltaba era la coronación.
Jesús se
encaminó al Jordán, allí moraba Juan, tenía su Templo y en el oficiaba:
Juan es
un gran Maestro de la Logia Blanca.
En la
puerta del Templo, Juan puso una inscripción que decía:
"se
prohíben las danzas profanas".
Juan era
un hombre de mediana estatura, venerable anciano de barba blanca; cuando
oficiaba se revestía dentro del templo con su regia túnica sacerdotal.
Fuera del
templo vestía sencillamente envolviendo su cuerpo en una piel de camello, y así
semidesnudo, este venerable anciano estaba lleno de majestad y todos lo
respetaban.
Su cuerpo
lleno de músculos fuertes y amplia frente reflejaba la majestad de su
resplandeciente Ser.
Juan
tenía que vivir hasta la llegada del Mesías.
Juan
tenía que ser el gran iniciador del Buddha Jesús, así estaba escrito en los
libros del destino.
Jesús
entró al Templo y Juan le ordenó quitarse las vestiduras; Juan estaba revestido
con su túnica sacerdotal; Jesús desnudo solo cubrió sus órganos sexuales con un
paño blanco, luego salió del vestíbulo y entró en el santuario.
Juan
ungió con aceite puro al Señor y echó agua sobre su cabeza.
En esos
instantes tres estrellas resplandecieron internamente en el cielo del Espíritu:
la tercera estrella era roja como fuego vivo; entonces descendió del cielo el
Espíritu de sabiduría.
Ese fue
el instante supremo; el Espíritu de Sabiduría entró en Jesús por la glándula
pineal.
SU REGIO
CARRO DE FUEGO
EL PADRE
no entró en esos instantes dentro del cuerpo de Jesús, solamente asistió en SU
REGIO CARRO DE FUEGO, visible solo para los ojos del Espíritu; así fue la
coronación del Buddha Jesús.
El
Apocalipsis dice: "Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la Corona de la
vida":
Jesús fue
fiel y así recibió la Corona de la Vida, que es el hálito eterno para sí mismo
ignoto, un hábito del absoluto en nosotros, aquel rayo puro de cada hombre de
donde emanó el Intimo mismo; el hilo Atmico de los indostaníes; nuestro Yo Soy.
"Al
que sabe, la palabra da poder, nadie la pronunció, nadie la pronunciará, sino
aquel que lo tiene encarnado".
Él lo
encarnó en el bautismo.
"En
el principio era el Verbo, y el Verbo era Dios y el Verbo era con Dios";
"Este era en el principio con Dios"; "Todas las cosas por él
fueron hechas; y sin Él nada de lo que es hecho fue hecho"; "Y la Luz
en las tinieblas resplandece más las tinieblas no la conocieron".
Los
orientales llaman al Cristo Cósmico el Christos; los egipcios lo llamaban
Osiris; los Indos Vishnú; los tibetanos Kuan Yin La Voz Melodiosa; el ejército
de la Voz; el gran aliento, el Sol central; el Logos solar; el Verbo de Dios.
Después
del bautismo Gnóstico resplandeció el Cristo en Jesús lleno de gloria, con Luz
blanca inmaculada, divina, radiante como el sol.
Así fue
como Jesús encarnó a su resplandeciente y luminoso Yo Soy.
Desde ese
instante el Buddha-Jesús se llamó Jesu-Cristo.
"Y
aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros, lleno de gracia y de
verdad".
"Aquel
era la Luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este mundo".
En él no existen
diferencias jerárquicas, en Él todos somos Uno.
Juan dio testimonio
de Él, y clamó diciendo: "Este es del que yo decía: el que viene tras de
mí, es antes de mí; porque es primero que yo".
"Porque
de su plenitud tomamos todos, y gracia por gracia".
Todo
aquel que encarne a su Cristo interno será también ÉL.
En el
pasado varios lo encarnaron, en el futuro muchos lo encarnarán.
Nadie
puede recibir la Corona de la Vida sin haber levantado sus 7 serpientes sobre
la vara.
Todo
aquel que dice: Yo recibí la Corona de la Vida, miente; el que la recibe no lo
dice, solo se conoce por sus obras; la Corona de la Vida es un secreto terrible.
Tenemos
que convertimos en moradas del Señor "y como Moisés levantó la serpiente
sobre la vara en el desierto, así es necesario que el hijo del hombre sea
levantado".
Tenemos
que encarnar a Cristo en nosotros para subir al Padre.
Cristo no
es un individuo, es el ejército de la voz.
El Verbo
de Dios.
Nadie
llega al Padre sino por el Hijo; en el Cristo todos somos UNO.
En el
Señor no existen diferencias entre hombre y hombre, porque en Él todos somos
UNO.
En Él no
existe la individualidad; el que lo encarne es entonces ÉL. ÉL. ÉL. "La
variedad es unidad".
Tenemos
que acabar con la personalidad y con el yo para que nazca el Ser en nosotros;
tenemos que acabar con la individualidad.
Si un
místico en éxtasis abandona todos sus 7 cuerpos para investigar la vida del
Cristo, entonces se verá a sí mismo representado en el drama de la pasión del
Señor, haciendo milagros y maravillas, se verá muerto y resucitado al tercer
día, ocupará ese místico el puesto de Cristo y en esos instantes será ÉL. ÉL. ÉL.
Porque en
el mundo del Cristo no existen individuos; en el Cristo solo existe un solo
Ser, que se expresa como muchos.
Al
terminar con el yo y con la individualidad, solo quedan los valores de la
conciencia, que son los atributos del eterno espacio abstracto absoluto.
Solo El
puede decir "Yo Soy el camino, la verdad y la vida". Yo Soy la luz.
Yo Soy la vida. Yo Soy el buen pastor. Yo Soy la puerta. Yo Soy el pan. Yo Soy
la resurrección.
El Ser
recibe al Ser de su Ser, el Yo Soy, aquel hálito del gran Aliento en cada uno
de nosotros, nuestro rayo particular. ÉL. ÉL. ÉL.
El Yo Soy
es el Cristo interno de todo hombre, nuestro Divino "AUGOIDES", el
Logos.
El que
recibe la Corona de la Vida tiene derecho a decir, Yo Soy ÉL, Yo Soy ÉL, Yo Soy
ÉL.
A los
teósofos les decimos que ÉL no es la Mónada, pero que de ÉL sale la Mónada; ÉL
es nuestro rayo particular, ese rayo es una tríada perfecta, solo Él nos
liberta de la ley del karma.
ÉL es el
rayo Logoico de cada hombre. El fin de la Ley es Cristo.
La ley
del karma es tan solo la madrastra, el curandero que nos sana, eso es todo.
En Cristo
somos libres; Cristo es El Logos, El Verbo; Él nos hace reyes y sacerdotes
libres y poderosos.
El que
recibe la Corona de la Vida se liberta de la ley del karma.
ÉL es el
ejército de la voz, nuestro resplandeciente Dragón de sabiduría. Él es la
Corona de la Vida, la FE, el Verbo, la Corona de la Justicia, el Cristo.
En la ley
somos esclavos, en el Cristo todos somos libres porque el fin de la ley del
karma es el Cristo.
"Se
fiel hasta la muerte y yo te daré la Corona de la Vida".
Los
atributos del eterno Yo Soy es el Ejercito de la Voz.
Abandonad
todas vuestras idolatrías, religiones, escuelas, sectas, órdenes y logias,
buscad vuestro resplandeciente y luminoso Yo Soy que mora en lo hondo de
vuestro Ser. ÉL ES VUESTRO ÚNICO SALVADOR.
Cristo es
el Ejército de la Voz, que es el Ser único; el Ser de todos los Seres; la suma
total de todos los atributos del eterno espacio abstracto absoluto; el Cristo
cósmico total, impersonal, universal, infinito... Cristo es una unidad
múltiple. La Luz vino a las tinieblas pero las tinieblas no lo conocieron.
Cristo es
el Logos Solar. El Ejército de la Voz es una unidad múltiple, eterna,
incondicionada y perfecta; Él es el Logos creador; Él es el Verbo del primer
instante; Él es el gran aliento emanado de entre las entrañas del eterno
espacio abstracto absoluto, es el ejército de la palabra.
El eterno
espacio abstracto absoluto es el Ser del Ser de todos los Seres, el Absoluto,
el Innombrable, el ilimitado espacio.
Todo el
que encarne a su Cristo se Cristifica e ingresa a las filas del Ejército de la
Voz.
En Egipto
el Cristo lo llamaban Osiris y el que lo encarnaba era un Osirificado; Entre
los Aztecas el Yo Soy es Quetzalcoatl.
samael
aun weor
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