EL CRISTO ÍNTIMO
POR: SAMAEL AUN WEOR
Conforme nosotros luchemos más y más, recibiremos
auxilio interior.
Quiero que sepáis, que el Cristo íntimo viene a
nosotros cuando realmente trabajamos, incansablemente, noche y día.
Quiero que sepáis que Jesús, el Gran Kabir, le dio
al mundo, trajo a nosotros la Doctrina del Cristo Íntimo.
Si por algo es grandiosa la venida de Jesús, el
Gran Kabir, es porque nos trajo, en verdad, la Doctrina del Cristo Interior.
Cuando Pablo de Tarso habla sobre el Cristo, no se
refiere exclusivamente al Jesús histórico: Se refiere al Jesús Íntimo.
Muchos aguardan la venida del Gran Maestro, pero en
verdad os digo, mis queridos hermanos, que él viene desde adentro, desde el
fondo mismos de nuestras Almas.
Conforme nosotros perseveremos en el trabajo,
conforme luchemos por eliminar los elementos inhumanos que llevamos en nuestro
interior, nos acercaremos cada vez más y más al Cristo Íntimo.
Un día, él vendrá a nos para salvarnos; un día, él
se hará cargo de todos nuestros procesos mentales, emotivos, sentimentales,
sexuales, etc.; un día, él se incorporará en nosotros, se convertirá en un
hombre de carne y hueso, en cada uno de nos, para podernos transformar,
embellecer y dignificar totalmente
¡Ha llegado la hora de amar al señor de los
martirios, a aquél que en verdad está dispuesto a sacrificarse en nosotros y
por nosotros, y dentro de nosotros, aquí y ahora! ¡El Cristo Íntimo es nuestro
Salvador!
Así lo declaro formalmente, aquí ante ustedes, en
este ágape.
El Cristo Íntimo es algo sublime: Nos ama y
nosotros debemos amarlo.
Se ofrece como Cordero Inmolado para redimirnos;
sufre dentro de nosotros y quiere transformarnos radicalmente.
¿Quién no amaría, por ejemplo, a un buen amigo, que
estando nosotros presos, viniese a visitarnos y hasta consiguiese nuestra
libertad?
¿Quién no amaría a un gran amigo, que estando
nosotros enfermos y abandonados, nos trajese medicinas, y al fin lograra
curarnos?
¿Quién no amaría a un amigo, que estando nosotros
en miseria, nos diera la mano y nos alimentara?
¿Quién no amaría a su madre, que desde niños veló
por nosotros, que nos alimentó con sus pechos, que hizo por nosotros todo lo
que pudo, que sufrió por nosotros, hasta levantarnos al estado actual en que
nos encontramos?
Pues bien, mis queridos hermanos, el Cristo Íntimo
hace más que todo eso: Él viene a nosotros cuando nosotros trabajamos
sinceramente en la Gran Obra del Padre, cuando nosotros luchamos, en verdad,
por eliminar nuestros defectos psicológicos, cuando nosotros bregamos por
eliminar todos esos Yoes que, en su conjunto, constituyen el mí mismo, el sí
mismo...
Él viene a nosotros cuando, de verdad, estamos
trabajando por nuestra propia liberación.
Él sufre, desde el fondo de nuestra Alma; Él viene,
para hacerse cargo de nuestras emociones, de nuestros pensamientos, de nuestros
deseos; Él viene para combatir, en sí mismo, los elementos inhumanos que
nosotros llevamos en nuestro interior; Él se convierte en una persona de carne
y hueso, aunque las personas no le conozcan; Él vuelve a vivir el Drama
Cósmico, aquí y ahora y dentro de nosotros mismos, de instante en instante, de
momento en momento.
Él vuelve a ser otra vez traicionado por JUDAS, el
Demonio del Deseo; por PILATOS, el Demonio de la Mente, que para todo encuentra
disculpas, y por CAIFÁS, el Demonio de la Mala Voluntad.
Él vuelve a ser otra vez humillado, abofeteado por
todos esos múltiples Yoes que llevamos en nuestro interior; Él vuelve a
soportar la corona de espinas, Él vuelve otra vez a ser azotado, con cinco mil
y más azotes, dentro de nosotros mismos, aquí y ahora.
Y por último, Él, que se convierte en el CORDERO
INMOLADO, en el CORDERO QUE BORRA NUESTROS PROPIOS PECADOS, sube al Gólgota del
supremo sacrificio y exclama con gran voz:
“¡Padre mío, en tus manos encomiendo mi
Espíritu!”...
Por último, baja al Sepulcro y con su Muerte mata a
la muerte...
“¡Sorbida es la muerte con victoria!
¿Dónde está, oh muerte, tu sepulcro, dónde, oh
muerte, tu victoria?”.
Así pues, queridos hermanos, ¡ha llegado la hora de
amar al Cristo Íntimo; ésa es la Enseñanza que nos trajo el Gran Kabir Jesús!
Cuando el SEÑOR DE PERFECCIONES, dentro de nosotros
mismos, aquí y ahora RESUCITA, nosotros resucitamos en Él y Él en nosotros, y
nos convertimos de hecho en criaturas maravillosas, en criaturas espléndidas,
inmortales.
Antes de poseer al Cristo Íntimo, estamos
verdaderamente “muertos”.
Solamente, después de poseer en nuestro interior al
Cristo Íntimo, tenemos vida en abundancia.
Hermanos gnósticos, que esta noche nos hemos
reunido en este ágape místico:
¡Quiero que améis, en forma más profunda, al Cristo
Íntimo; quiero que verdaderamente trabajéis sobre vosotros mismos, a fin de
que, un día, pueda Él surgir en vosotros para transformarnos definitivamente!
Aunque el Cristo haya nacido mil veces en Belén, de
nada serviría se no nace en nuestro corazón también; aunque haya sido muerto y
resucitado, de nada serviría eso si no muere y resucita en nosotros también.
¡Amemos al Adorable, a ése que verdaderamente se
sacrifica por nosotros, aquí y ahora!
¡Amémosle, hermanos amémosle!...
samael
aun weor
No hay comentarios:
Publicar un comentario