COMO Y PARA QUE SER ALQUIMISTA
Por: Jesús Saiz García
PARTE 8
GNOSIS
VIII LOS COLORES
La más común de las tipificaciones de las etapas de la Obra las clasifica en función de LOS COLORES que la materia prima va adoptando a lo largo del proceso: Obra al negro, Obra al blanco, y Obra al rojo [23] a las que seguirá la aparición del oro.
[23] Éstos tres colores, se corresponden con las vestiduras litúrgicas de la jerarquía eclesiástica de la Iglesia católica y, así mismo, con la enseña del Temple.
El calor obrando sobre la humedad produce primeramente la negrura, después la blancura, de esta blancura surge el color citrino y de éste el rojo.
La Obra al negro, que empieza con la calcinación y la putrefacción, se corresponde con la muerte iniciática de los procesos tradicionales.
Los diversos sistemas de operaciones pueden resumirse en la célebre forma, “Solve et coagula”, disuelve e integra, que se aplica tanto a la materia física sobre la que se actúa como al propio artista.
Dentro de la Obra hay tres piedras, tres trabajos o tres grados de perfección:
I. El primer trabajo; nigredo u Obra al negro, termina cuando el sujeto está completamente purificado.
II. El segundo trabajo o grado de perfección, Albedo u Obra al blanco, se alcanza cuando dicho sujeto se ha cocido, digerido y fijado, convirtiéndose en azufre incombustible.
III. La tercera piedra, Rubedo u Obra al rojo, aparece cuando el sujeto ha fermentado, se ha multiplicado y ha alcanzado la Perfección Final, siendo una tintura fija y permanente: La Piedra filosofal.
Los distintos colores: negro, blanco, amarillo y rojo; son los colores propios de la Gran Obra.
Viniendo del fuego vuestro Rey con su Mujer, guárdate de quemarlos con un fuego demasiado fuerte: Cuécelos pues suavemente a fin de que se vuelvan primeramente Negros, después Blancos, luego Citrinos y Rojos, finalmente Veneno Tingente.
El mercurio tiene que ir cambiando de color, según el avance de los trabajos alquímicos.
El perro del Doctor Fausto de color negro al ser acariciado cambió de color; tornose blanco, después amarillo y por último rojo.
El adepto que ya está trabajando, después de un tiempo de continuada labor en el laboratorio alquímico, inicia un cambio de tinturas en el que la semilla empieza a germinar, esa semilla, que por tanto tiempo ha estado guardada en los órganos creadores, esperando a que fuera el momento preciso de florecer.
Los alquimistas, que trabajaron arduamente con su athanor, coinciden en que el primer color es siempre el negro.
Ya que es la llave y el comienzo de la Obra, así como de los demás colores.
Nicolás Flamel así nos lo hace saber:
Pues nuestra piedra negra cubierta de andrajos, está cubierta por tantas impurezas que es en extremo difícil desembarazarla de ellas por completo.
Por ello importa someterla a muchas lixiviaciones a fin de limpiarla poco a poco de sus impurezas y de las escorias heterogéneas y tenaces que lo envuelven, y de verla tomar a cada una de esas operaciones, más esplendor, limpieza y brillo.
El negro es la llave que nos permite esperanzar, con el cual podemos iniciar la putrefacción de la semilla. Lo que el artista adquiere en primer lugar es el perro negro y rabioso de que hablan los textos, así como el cuervo, primer testimonio del Magisterio. El mercurio filosófico empieza con el negro, signo de su mortificación…
En los antiguos tiempos el perro fue siempre consagrado al Dios Mercurio…
Resulta patente el alto honor que los viejos Hierofantes del antiguo Egipto concedían al perro…
El austero guardián del templo de Esculapio, en la Roma augusta de los Césares, era siempre un perro.
También, según la versión del Cosmopolita, el pez sin huesos llamado “Rémora” que nada en nuestro mar filosófico es signo de esperanza en el correcto trabajo hermético.
Así mismo Nicolás Flamel, distingue en nuestras aguas cuatro colores bien definidos:
El Negro como el carbón; el Blanco como la flor de Lis; el Amarillo parecido al color de las patas del esmerejón y el Rojo parecido al color del rubí.
Y añade este insigne alquimista:
Quien no ve esa negrura al principio de sus operaciones, durante los días de la piedra, aunque vea otro color, falta por completo al Magisterio, y no puede perfeccionar ese caos. Pues no trabaja bien, al no descomponer.
Pero el primer estado es el estado oculto que, en virtud de la obra y de la gracia de Dios, puede pasar al segundo, manifestado.
Por eso, la primera materia coincide ocasionalmente con el concepto del estado inicial del proceso, es decir, con el nigredo (el ennegrecimiento). Trátese pues, de la tierra negra, en la cual se siembra el oro o el lapis, como grano de trigo.
Es la tierra negra, mágicamente fecunda, que Adán llevó consigo del Paraíso, denominada también Antimón y caracterizada como negra, más negra que lo negro, nos asegura a su vez M. Majer.
Paracelso afirma lo siguiente: El negro es la raíz y el origen de los otros colores. Trabajad con esta tintura en una retorta y verás salir de ella su negrura.
Trevisano añade: El magisterio tiene los ojos negros.
Huginus comenta: En el negro es donde se perciben todos los colores.
Y Samael Aun Weor declara: Cuando uno comienza a desintegrar los elementos inhumanos que se han posesionado del cuerpo astral, ellos toman un color negro.
Tal color negro es el fundamento, el basamento, de toda transmutación, por eso se dice que hay que blanquear el cuervo.
Esto significa que después de haber desintegrado la materia putrefacta, los elementos inhumanos, el cuerpo astral tiene ya un color blanco.
Un poema de Verus Hermes de 1620 dice así:
Un débil feto, un provecto anciano
Con el sobrenombre de dragón
Por eso se me ha encerrado
Para que nazca como rey
La espada ardiente me atormenta con saña
La muerte me carcome la carne y el hueso
Mi alma, mi espíritu escapa de mí
Mal oliente veneno negro, un espanto horroroso
Soy como un cuervo negro
Así es el provecho de toda la maldad
Yacía yo en el polvo en el fondo del valle
Oh, que del tres resulte un número
¡Oh alma! ¡Oh espíritu!, no me abandones
A fin de que vuelva a ver la luz del día
Y que de mí salga el héroe de la paz
Que quisiera ver todo el mundo.
“La muerte de la semilla, es la que da el color negro.”
Según Fray Marco Antonio Crasselame, toda simiente es inútil si permanece entera, si no se pudre y se ennegrece, pues la corrupción precede siempre de la generación.
Parece algo extraño que queriendo llegar a la Luz, tengamos que partir de la mayor oscuridad, así como para llegar a la purificación tengamos que partir de nuestro estado más sucio…
Entendamos por oscuridad así como suciedad, el estado psicológico de la humanidad actual, es decir: una inconsciencia colectiva, que nos lleva a vivir sujetos y sometidos a unas conductas morales, que nada tiene que ver con una Ética Superior.
Por otra parte, solo los hombres que han sabido vencerse a sí mismos comprenden y aceptan como fórmula de vida esa Ética. Misma que les permite saber y discernir qué tanto de malo hay en lo aparentemente bueno, y que tanto de bueno hay en lo aparentemente malo. Por lo que se convierten en seres totalmente distintos al común denominador de las gentes, aunque físicamente sean iguales al resto.
La Luz sale de las tinieblas…, y en donde hay Luz, no hay oscuridad.
Si hemos entendido que estamos viviendo en oscuridad y en completa ignorancia sobre los misterios que guarda la naturaleza, no nos será difícil comprender, que nuestra ignorancia es como la mayor de las oscuridades, en donde nada se ve y todo permanece oculto.
El color negro tradicionalmente se asocia con lo tenebroso, con lo maligno, y no falta a la verdad quien así discierne, pues es claro que si nuestra voluntad, la ponemos a merced de todo lo que se asocia con lo tenebroso, nuestras vidas estarán marcada por una falta de iluminación. A razón de que en las tinieblas es donde se manifiestan las fuerzas más perversas, conduciendo a quien se predisponga, en una identificación con esa parte de nuestra naturaleza interior (infraconsciente), hacia el abismo.
Pero no debemos confundir el color negro, como medio o hábitat de esas fuerzas perversas, con el color de la putrefacción de la semilla.
“Si no hay muerte, no hay nacimiento”
San Pedro, C. I, V. 23 dice: Puesto que habéis renacido no de semilla corruptible, sino incorruptible por la palabra de Dios vivo, la cual permanece por toda la eternidad.
Los escritores religiosos narran como Noé dio libertad desde su arca en primer lugar a un cuervo, en donde debemos entender que se trata de la representación, para nuestra Obra, del primer color duradero, es decir del negro.
El cuervo es sinónimo de muerte y negrura, pero una muerte no como la podemos entender físicamente, con el cese de nuestras funciones vitales, sino como símbolo de esperanza, para una vida distinta, en armonía con otra naturaleza, semejante a la naturaleza exterior, donde puedan brotar ciertos principios vitales, que por mucho tiempo estuvieron sin poder manifestarse.
El C. III de San Juan en los V. del 3 al 21 nos hablan muy claramente de la necesidad de nacer de nuevo, es decir, de llegar a crear los cuerpos, en lo que se viene a conocer como nacimiento segundo.
Mas solo será posible este nacimiento si nos convertimos en HACEDORES de la palabra de Dios y dejamos nuestra actitud pasiva de oidores, como común mente nos comportamos.
¿De qué otra manera podríamos interpretar éstas palabras?
“El que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es.” Incluso éstas otras palabras del Salvador “Os es necesario nacer otra vez.”
Por último con el fin de hacer más énfasis en ésta enseñanza, repetimos las palabras de Jesús a Nicodemus: Lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos.
El niño recién nacido pasó nueve meses en la mayor de las oscuridades, es decir, antes de sentir y ver la luz, estuvo en el interior de la naturaleza materna, pero no como castigo a una falta, sino como lugar idóneo para que se diera una gestación.
Pasado el tiempo de formación, dejó el vientre materno para ir a desenvolverse, por sus propios medios bajo la luz del sol, que a todos nos ilumina sin distinción de credos, colores, razas o cualquier forma imaginaria de marginación, tan corriente hoy en día.
De la misma manera que el recién nacido, los trabajadores del fuego y el agua tendremos que someternos a los trabajos en la novena esfera durante un tiempo, para sentir el calor del nuevo Sol en ese nuevo nacimiento, que es el nacimiento segundo, del cual hablara San Juan.
El paso de la oscuridad a la Luz no se da de manera inmediata, más bien como consecuencia de una gestación.
El Príncipe Khalid Ibn Jazid, a finales del siglo VII escribió lo siguiente:
Las tres palabras en las cuales está oculta toda la ciencia, han de entregarse a los píos, esto es, a los pobres, desde el primero al último hombre.
Las tres palabras son; “Durante tres meses el agua conserva el feto en el seno materno, durante tres meses lo calienta el aire y durante ese mismo tiempo, lo custodia al fuego.
Y estas palabras (prosigue Kalid) y esta doctrina y la oscura meta son tan manifiestas que uno ve la verdad.”
Todos partimos desde un mismo punto, que es la oscuridad y la ignorancia. Así que dependerá de nuestros valores positivos para que podamos proseguir por la senda iniciática. Con mayor fortuna o desgracia, dependerá en la medida de lo que hayamos sembrado…
¿Si se nos preguntara por el trabajo en sí, que tan difícil es… ? Tendríamos que responder, que si lo hacemos difícil, es difícil…, pero si lo hacemos fácil, es fácil…
Se requiere de ver las cosas tal como son. Y si nos puede parecer muy negro o muy difícil, es simplemente porque nosotros nos identificamos con lo negro y difícil.
Tantos mensajes de amor, que nos han entregado los alquimistas, adeptos, y en definitiva todos los que se propusieron Re-ligarse a su Dios interior…, y nosotros seguimos viendo sus palabras con recelo y en muchos casos con rechazo.
¿Cómo es posible que un mismo árbol, dé dos frutos totalmente distintos?
¡Es imposible servir a dos amos con la misma fidelidad!
El proceso de nuestras aguas mercuriales, su coloración, se dará en la medida de que estemos completamente definidos y podamos ser útiles a la Divinidad, para que opere en nuestro interior en el proceso del nacimiento segundo o creación de los cuerpos existenciales del Ser.
Si el cielo se digna bendecir tu labor, y, según la palabra del adepto, si te falta vocant, obtendrás primero la rama de olivo, símbolo de paz y unión de los elementos, y, luego, la blanca paloma que te la haya traído.
Sólo entonces podrás estar seguro de poseer aquella luz admirable, don del Espíritu Santo que Jesús envió el quincuagésimo día sobre sus apóstoles bienamados.
Tal es la consagración material del bautismo iniciático y de la revelación divina. Y cuando Jesús salía del agua, nos dice San Marcos, C. I, V. 10; Juan vio de pronto entreabrirse los cielos y descender el Espíritu Santo sobre él en forma de blanca paloma.
El color blanco o la túnica de lino blanco, corresponde solamente a quien creó los cuerpos, o dicho de otra manera, quien llegó al nacimiento segundo, y se convirtió en un Maestro de la Luz.
Este color blanco, es el segundo color del proceso alquímico. Un color que denota purificación, así como una determinación en separar lo grosero de lo sutil.
Un color blanco que dice de su portador como Hombre auténtico, que fue capaz de blanquear su latón y vencer a los enemigos ocultos.
Un color blanco que habla del grado de castidad.
Pero una castidad bien entendida, esotéricamente hablando, no una renunciación dogmática del sexo, sino una comprensión de todos los procesos psicológicos concernientes a las pasiones o instintos sexuales, que de manera natural se procesan en todos los hombres y mujeres.
El fuego del Espíritu Santo es la llama de Oreb…, el fuego de la castidad es el fuego del Espíritu Santo, es el fuego de Pentecostés, es el fuego de la Kundalini…, es el fuego que Prometeo robó al cielo…, es la llama sagrada del templo que las vestales encienden…, es la llama de triple incandescencia, es el carro de fuego en que Elías subió al cielo…
No es renunciando al fuego (sexual) como se llega a la Sabiduría, sino más bien comprendiendo todos los resortes psicológicos que motivan a una manifestación o comportamiento, en muchos casos desordenada, e instintiva, en cuanto a nuestra actitud frente al sexo.
“Del combate que el caballero o azufre secreto libra con el azufre arsenical del viejo dragón nace la piedra astral blanca…”
Así un término alquimista es el de “Blancura capilar” que hace referencia a un proceso de la cocción.
Existe un documento alquímico llamado “Physika” con una antigüedad de más de 2000 años, escrito por BOLOS DEMÓCRITO, en el que se menciona, que la transmutación de los metales se traducía en los cambios de color que aparecían en el proceso.
Así que no decimos nada del otro mundo, más bien recogemos el conocimiento para ponerlo en orden y operar bajo las leyes Divinas que nos conduzcan al punto de partida original.
Si el cuervo fue el primer animal que lo asociábamos con el color negro, la paloma blanca es el segundo aspecto del mercurio.
Así, en la medida que se sigue trabajando en el laboratorio alquímico, el mercurio está procesándose y cambiando de color continuamente, la gama de colores se resumen a los cuatro ya comentados; Negro, Blanco, Amarillo y Rojo.
ENRIQUE KHUNRATH en su Amphiteatrum Sapientiae Aeterne, escribe:
Finalmente, cuando la Obra haya pasado de color cenizoso (negro) al blanco puro y luego al amarillo, verás la Piedra Filosofal, nuestro Rey elevado por encima de los dominadores que sale de su sepulcro vítreo, se levanta de su lecho y acude a nuestro escenario mundano en su cuerpo glorificado…
En Caldea, LOS “ZIGURATS” generalmente torres de tres pisos, a cuya categoría perteneció la famosa “Torre de Babel”, estaban pintados de tres colores: Negro, Blanco y Rojo púrpura.
Para dar una idea del alcance extraordinario que en la filosofía hermética toma el simbolismo de los colores de la Gran Obra, observamos que siempre se representa a la Virgen vestida de azul [24], a Dios de blanco y a Cristo de rojo.
[24] Resulta de urgente importancia anotar que el azul en esoterismo puede ser equivalente al negro, igual significado que las vírgenes negras.
El mercurio cuando ya está preparado para recibir el fuego (azufre) se torna amarillo y se suele simbolizar con el águila amarilla y finalmente cuando el mercurio ha sido fecundado, se vuelve de color rojo, a este mercurio se le llama mercurio Azufrado y se le representa con el Faisán rojo.
Curiosamente en las figuras de los Reyes Magos del misterio de la adoración al niño Jesús, encontramos estos cuatro colores.
El Rey Europeo (Blanco), el Asiático (Amarillo), y el Africano (Negro); el cuarto color lo encontramos en sus capas de color rojo o púrpura.
¿Acaso es casualidad esta coincidencia de colores? U ¿obedece a los misterios de la alquimia?
Sea como sea, lo importante es retomar el conocimiento que se nos entrega, para que podamos, mediante la ley del amor, trabajar con gran esmero en EL ATHANOR.
También se suele hacer alusión a los colores con distintos reinos, como por ejemplo; el negro se relaciona con Saturno, el blanco con el reino de la Luna y el rojo con el reino del Sol, omitiendo en esta ocasión el color amarillo.
Pitágoras afirma lo siguiente: “Debéis saber que toda la intención y el principio de la Obra es blancura, tras la cual viene la rojez, que es la perfección de la Obra.”
Estados pesimistas o derrotistas nada tienen que ver con el color negro de las aguas, aunque debemos aclarar el doble significado para éste color.
Uno sería nuestras aguas corruptas, podridas, producto de un abandono en la purificación y un estancamiento en la fornicación, como actitud negativamente prolongada en nuestro uso de las energías sexuales, quedando éstas en estado caóticas, por lo tanto ennegrecidas y pestilentes.
Y un segundo significado es aquel color negro que adquiere la semilla, después de un estado de putrefacción.
Normalmente, se parte del primer estado, caótico y poco a poco, esas aguas con el inicio del trabajo alquímico se tornan grises, así permanecen un tiempo, que es el de purificación, para más tarde regresar al color negro. Y es cuando se inicia el verdadero trabajo alquímico.
Una vez que se ha hecho la luz, el color blanco pasa a dominar el trabajo, por lo mismo, el alquimista ya no camina en oscuridad, sino más bien, ya porta en su mano diestra la lámpara de aceite encendida, que es con la que se ilumina la senda a seguir.
Nuestra piedra preciosísima, arrojada en medio del estiércol, se ha convertido, según dicen, en algo sumamente barato…
Pero si casamos al Rey coronado con la hija roja, ésta deberá concebir en el débil fuego a un hijo que alimentará con nuestro fuego.
Luego el hijo se transformará y su tintura quedará roja como la carne. Ç
Nuestro hijo, de nacimiento regio, tomará su tintura del fuego y huirán la muerte, las tinieblas y el agua.
El dragón temerá la luz del sol y nuestro hijo muerto vivirá. El rey proviene del fuego y se complace en las nupcias. Se abrirán los ocultos tesoros. El hijo se convertirá en un fuego guerrero y superará la tintura, porque él mismo es el tesoro y él mismo lleva la materia filosófica.
Venid aquí, hijos de la Sabiduría y alegraos, pues el dominio de la muerte ha pasado y el hijo reina; lleva el rojo ropaje y se ha vestido de púrpura.
Y leemos en el Apocalipsis en su C.III, V. 5: “El que venciere, será vestido de vestiduras blancas.”
La túnica de lino blanco, solo puede ser portada por quien venció a su enemigo oculto.
Lamentablemente hoy en día éste color es utilizado con fines místicos de manera generalizada, y por lo mismo ha perdido el valor real que tiene.
Solo quien conoce el hondo significado del color blanco, sinónimo de pureza y castidad, puede respetar sus enseñanzas y así mismo, respeta a quien lo porta.
No es menos cierto que en el trabajo alquímico, el arco iris, con sus colores brillantes y luminosos, invitan a la continuidad después de un tiempo de reposo.
Los discípulos de Jesús le dijeron: Sabemos que nos abandonarás, ¿quién será grande sobre nosotros? Jesús les respondió: Donde estéis, id hacia Santiago el Justo para quien han sido hecho los cielos y la tierra.
Raimundo Lulio dice que realizó en 1267 inmediatamente después de su conversión y a la edad de 32 años, el peregrinaje a Santiago de Compostela.
Así mismo el Maestro Samael Aun Weor, nos dice que Santiago es el Patrón de la Gran Obra.
Desde el Shambala (en el libro de Meurois y Givaudan), nos llegan estas palabras: “Ahora permitidme hablaros del segundo lugar, del segundo corazón del planeta, o sea el Asgard, ya que esa región también se comporta como energía fundamental de la tierra por varias razones. Su plano de existencia es simplemente distinto del anterior.
Mientras la vía de Pedro pertenece al cuerpo del corazón de la tierra, la vía del Agartha está vinculada al alma del corazón de la tierra. Para vuestro Occidente, no es sino el reino de Santiago, del todo subterráneo.
Su campo de acción se mezcla armoniosamente con el de los elementos primordiales de la naturaleza, que es también el del conocimiento hermético. Los seres que viven en él conocen la materia a través del estudio de sus principios. Hace millares y millares de años han huido de vuestro sol por temor a que vele su sol interior.
Tenía que ser así. Como un fruto, todo planeta necesita su núcleo. Su campo de energía, Hermanos, es el del rayo amarillo, también es el del Oro alquímico, habla a quienes buscan las estrellas en la materia…”
Todos los alquimistas están obligados a emprender este peregrinaje. Al menos, en sentido figurado, pues se trata de un viaje simbólico, y quien desea obtener provecho de él no puede, ni por un solo instante, abandonar el laboratorio.
Le es preciso vigilar sin tregua el recipiente. Y orar para que el fuego, esa sustancia fohatica no se extinga. Ya que sin la sustancia ígnea no es posible hacer carne y sangre de las palabras I.N.R.I. [25]
[25] Ignis Natura Renovatur Integram, que se traduce: el Fuego Renueva Incesantemente la Naturaleza.
Compostela, ciudad emblemática, no está en absoluto situada en tierra Española, sino en la tierra misma del sujeto filosófico.
Camino rudo, penoso, lleno de imprevistos y de peligros. ¡Ruta larga y fastidiosa por la cual el potencial se actualiza y lo oculto se manifiesta!
Y esta preparación delicada de la materia prima, o mercurio común es lo que los sabios han velado tras la alegoría de la peregrinación a Compostela.
Estas sugestiones ayudan a comprender el error en el que gran cantidad de ocultistas han caído, tomando en sentido literal de narraciones puramente simbólicas, escritas con la intención de enseñar a los unos lo que es preciso esconder a los otros.
Nosotros certificamos (dice Fulcanelli) y puede confiarse en nuestra sinceridad, que jamás Flamel salió de la bodega donde ardían sus hornos.
Quien sabe lo que es el bordón, la calabaza y la mérelle del sombrero de Santiago, sabe también que decimos la verdad.
Sustituyendo por los materiales y tomando modelo del agente interno, el gran adepto observaba las reglas de la disciplina filosófica y seguía el ejemplo de sus predecesores.
La fuerza femenina, en apariencia pasiva, representa el Athanor del hombre…
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