EL MERCURIO DE LA FILOSOFÍA SECRETA – ALQUIMIA -
Debemos reducir todos nuestros metales a este Mercurio de la filosofía secreta.
El Gnóstico solo se una a su mujer, para trabajar con la materia prima de la Gran Obra.
Raymundo Lulio, dice: "¡Oh hijos míos! Aprended a serviros de esa materia venerable, porque os lo advierto, bajo la fe del juramento, que si no sacáis el mercurio de esos dos metales, trabajaréis como ciegos en la oscuridad y en la duda".
"Por eso, ¡oh hijos míos! Os conjuro a que marchéis hacia la luz con los ojos abiertos, y no caigáis como ciegos en el abismo de perdición".
Así pues, hermanos GNÓSTICOS, guardad el Sexto Mandamiento de la Ley de Dios, que dice: "NO FORNICAR".
Aprended a manejar la materia venerable de nuestro Semen Cristónico.
Sacad del Sol y de la Luna, es decir, del hombre y de la mujer, de estos dos metales, el Mercurio de la filosofía secreta.
Trabajad con ese Mercurio, y "aprended a serviros de él, para que marchéis hacia la luz, con los ojos abiertos, y no caigáis como ciegos en el abismo de la perdición".
Así ENGENDRARÉIS AL REY CORONADO con LA DIADEMA ROJA, AL MAESTRO DE TRANSMUTACIONES METÁLICAS.
Este es EL AVE FÉNIX que renace de sus propias cenizas.
Ese es la Salamandra que subsiste entre el Fuego.
Ese es el Camaleón universal que se reviste de innumerables colores.
A veces es negro, a veces es rojo, a veces blanco, o de distintos colores.
Nuestro Mercurio se negrea, se enrojece, se blanquea, y se reviste de mil cambiantes colores, que se observan en las cambiantes atmosféricas del alquimista.
Hay que cocer, cocer y recocer, y no cansarse de ello.
Así transmutamos el Mercurio en oro potable.
Así conseguimos el ligamen de la Cruz con el triángulo.
El recipiente debe estar bien cerrado, para evitar que se escape ni siquiera una gota de nuestro Mercurio filosófico.
Si la simiente del trigo es arrancada de la tierra durante el proceso de putrefacción, entonces no brota la espiga, y la simiente muere.
Así también nuestra simiente no debe ser sacada o arrancada de nuestra tierra filosófica, porque entonces se perdería la simiente y los Universos por florecer, y fracasaríamos en la Gran Obra.
La generación va seguida siempre de regeneración, que es la brotación o crecimiento de nuestros seres.
Así nosotros debemos reducir el oro muerto a su hembra, a la materia prima, y rehacer por retrogradación, es decir por transmutación, el camino de la regeneración.
Así convertimos el oro muerto en oro vivificador.
Lo importante es no arrancar la simiente de nuestra tierra filosófica.
Samael aun weor
GNOSIS
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