LA ACTUAL RAZA ARIA
Raza Aria
“Entonces dijeron la cosa recta (el ejército de la Voz): “Que así sean, así, vuestros maniquíes (los hombres), los [muñecos] construidos de madera, hablando, charlando en la superficie de la tierra”… Al instante fueron hechos los maniquíes…” Popol-Vuh
Cuando en su arte, mística, ciencia y filosofía los antiguos nos narran cómo los dioses crearon al hombre, ya sea tallados de madera o del polvo de la tierra, por ley de analogías comprendemos entonces que la belleza y el esplendor del hombre se encuentran ligadas a cuatro períodos, igual a los árboles que nacen, crecen y mueren con el paso de las estaciones.
La Tierra misma nos muestra el nacimiento de la vida durante la primavera con sus flores, sus colores y sus frutos; la plenitud de su belleza en el verano con sus tonalidades, la decrepitud o el decaimiento con los cambios de color a la llegada del otoño, y la muerte con la llegada del invierno… para renacer nuevamente en la primavera.
Los antiguos de Anáhuac se referían a toda raza como un evento en el ciclo del Sol y todas pasan por cuatro eras o períodos específicos. Para cualquier humanidad, estas eras son descritas como la Era de Oro donde la pureza del alma es tal que la comunión directa con lo Divinal se manifiesta de forma natural y espontánea; de Plata cuando surgen los primeros vestigios del YO, del mí mismo, sin perder ese contacto directo con la Divinidad; de Cobre cuando la fuerza del YO demanda fronteras, guerras, y nace el deseo y la distinción entre lo mío y lo tuyo; y de Hierro cuando el nivel de degeneración priva al hombre en su totalidad de la comunión directa con su Real Ser.
Estas épocas marcan el paso de la historia del hombre desde períodos de pureza y esplendor (primavera-verano), para salir de ellos al encaminarse por el camino del error (verano-otoño), entrando en una etapa de degeneración y desorden (otoño-invierno), que trae como consecuencia la muerte.
Nuestra actual raza Aria, los Hijos del Quinto Sol Nahualt, la quinta de las raza que puebla la faz de la Tierra, también ha pasado por su parte correspondiente en el ciclo de estas cuatro eras.
Cuentan los Grandes Maestros y las leyendas que aquellos sobrevivientes del Gran Diluvio Universal del que nos narran las escrituras fueron llevados a las tierras de Grabonzi, al Este de lo que hoy en día es el continente de Âfrica y ahí fueron educados por los sabios de la Sociedad Akaldana; antigua hermandad remanente de los tiempos de la perdida Atlántida. “[Fuimos] a las Tierras de KHEM… y los conquistamos con nuestra sabiduría”, cuenta el Gran Hermes Trismegisto en su Tabla de la Esmeralda.
La primera sub-raza en su período de esplendor o Era de Oro comenzó con una raíz Nórdica y floreció en la meseta central del Asia, cuyas ruinas todavía existen en los Himalayas, alrededor del país del Tibet. Ahí existieron las poderosas civilizaciones espirituales de la primera sub-raza aria, en tiempos donde no existía ni lo mío ni lo tuyo, donde los deseos no eran más importantes que la armonía y la hermandad, cuando las siete notas musicales de la creación vibraban en intensa armonía en la psiquis del hombre.
De la primera sub-raza surgió la segunda y ésta vino a plasmarse en el área de lo que es hoy la India y el sur de Asia, en Perlandia, la tierra sagrada de los Vedas, en el viejo Indostán, surgieron formidables culturas esotéricas y tremendas civilizaciones en los tiempos pre-Védicos cuando los esplendores del Indostán permeaban de sabiduría oculta.
Viene la tercera a cristalizarse en los tiempos del Antiguo Egipto, en las tierras de Persia, Caldea, y Babilonia. Podemos todos recordar de niños las historias de las bellezas inefables de los Jardines Flotantes del Rey Nabucodonosor, la majestad de la cultura Egipcia, y la sabiduría que hasta hoy nos llega entre el Arte Regio de las esculturas Persas y Caldeas desde los siglos 4to y 5to A.C.
Una cuarta sub-raza se desarrolló en Roma, Grecia, Italia, Atenas (la gran ciudad fundada por la diosa Atenea). Antes de su degeneración y destrucción fueron escenario maravilloso donde se desarrollaron las poderosas civilizaciones de la cuarta sub-raza aria. Es de hacer notar cómo la degeneración, en forma de pasiones brutales, deseos, orgías y bacanales empieza a formar parte de la vida diaria en el hombre de la época. Grandes obras nos dan un indicio de la vida a principios del siglo primero D.C. y nos muestran este nivel de degeneración, tales como el Satyricon de Petronius, la Fiesta Romana de Roberto Bompiani, Las Fiestas de Saturnalia de Tomás Couture, etc.
Ya con el toque de decadencia en marcha se funde entonces la quinta sub-raza en las tierras de Europa; Alemania, Inglaterra. Para esta época las guerras ya se consideraban parte del drama entre las naciones, esta sub-raza fue escenario de la primera y segunda guerras mundiales, el concepto de batallar había ya salido del interior del hombre, donde ya no se buscaba la eliminación de aquellos aspectos negativos de carácter psicológico que existen en el hombre mismo, sino que éstos proyectaban sus errores, su lucha y sus batallas contra sus semejantes. Aun así entre tal nivel de degeneración, podemos encontrar de forma muy sutil la mística trascendental proveniente de las antiguas culturas como lo podemos apreciar entre los símbolos plasmados en los manuscritos del la Biblioteca Palatina (ca. s.11).
La sexta sub-raza la viene a formar la fusión del hombre Europeo con el Indio del nuevo mundo. Bien conocemos de las travesías, andanzas, descubrimientos y sufrimientos que llegaron a este lado del hemisferio con la llegada de todos aquellos que acompañaron a Hernán Cortés, Américo Vespucio, Cristóbal Colón, y muchos otros motivados por la codicia, la envidia, y la ambición de poder.
El trabajo de formación de la sexta sub-raza en el territorio Piel Roja, fue mucho más difícil, porque los conquistadores ingleses en vez de mezclarse con los nativos ingleses, los destruyeron, los asesinaron, solo en forma muy insignificante se realizó la mezcla de sangres y debido a ello por intervención de la Fraternidad Oculta que gobierna los destinos del mundo se vio en la necesidad de convertir el territorio norte-americano en crisol de fundición de razas.
La séptima sub-raza Aria todavía no existe, pero existirá y estará formada por los sobrevivientes del nuevo Gran Cataclismo que muy pronto destruirá a la raza Aria.
De manera pues que la raza aria en vez de evolucionar ha involucionado y su corrupción ahora es peor que la de los atlantes en su época. Su maldad es tan grande que ya llegó hasta el cielo…
(Samael Aun Weor)
El estar viviendo la sexta sub-raza de la raza Aria nos debía llevar a la reflexión.
La Ley del Eterno HEPTAPARAPARSHINOK viene a traer orden a la creación y cada raza, al dar fruto a sus seis sub-razas, perece en su propia Era de Hierro para dar la semilla de la que nacerá la próxima. Citando la enseñanza de los Antiguos Nahuas por el VM Samael Aun Weor en su libro Antropología Gnóstica:
“Hemos hablado mucho de soles y de catástrofes, y de todas sus consecuencias. Los Soles de Anáhuac nos invitan a la reflexión… Son del fuego, del aire, del agua y de la tierra. Ellos marcan terribles catástrofes cósmicas. Se dice que los hijos del Primer Sol, los protoplasmáticos, perecieron devorados por los tigres… Se dice que los hijos del Segundo Sol, los hiperbóreos, perecieron arrasados por fuertes huracanes… Se afirma que los hijos del Tercer Sol, los lemures, perecieron por sol de lluvia de fuego y grandes terremotos. Los hijos del Cuarto Sol, los atlantes, perecieron por las aguas. Los hijos del Quinto Sol, los arios, las gentes de esta época, pereceremos por el fuego y los terremotos. Así será y se cumplirá dentro de poco tiempo. Los hijos del Sexto Sol, los Koradhi, en la futura Tierra del mañana, también morirán”.
Ha llegado la hora de tornarnos prácticos, de dejar a un lado las escuelas transitorias y las teorías y que empecemos a vivir la vida no como un fin en sí misma, sino como el camino a la iniciación. La vida con sus sufrimientos y sus pruebas nos sirve como el gimnasio psicológico que nos da la oportunidad de trabajar en nuestro auto-descubrimiento para que comprendamos y con el poder de la serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes eliminemos nuestros defectos.
“Fácil es ver los fallos de los demás, pero los propios fallos son difíciles de ver. Uno aventa, como la paja, los fallos de los demás, pero esconde los propios como el cazador se esconde a sí mismo.” El Dhammapada
Enviado por Ricardo Santana Laracuente. Instructor dePhoenix, Arizona, E.U.
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