JESUS EL CRISTO

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Gnosis por Samael Aun Weor

sábado, 19 de febrero de 2011

LOS CUATRO MAPAS DE ELLIOT SCOTT

LOS CUATRO MAPAS DE ELLIOT SCOTT
ATLANTIDA

Los Cuatro Mapas de Elliot Scott


La exposición del progreso del mundo durante el período de la cuarta raza o raza atlante, ha de abrazar la historia de muchas naciones, y registrar el nacimiento y ruina de civilizaciones numerosas.

A más de esto, tuvieron lugar en diversas ocasiones durante el desarrollo de esta raza, catástrofes tales cuales no las ha experimentado todavía nuestra quinta raza.

La destrucción de la Atlántida se realizó por una serie de catástrofes cuyo carácter varió desde los grandes cataclismos en que perecieron poblaciones y territorios enteros, hasta los hundimientos de terreno, relativamente sin importancia e iguales a los que hoy suceden en nuestras costas.

Una vez iniciada la destrucción por la gran catástrofe primera, los hundimientos parciales continuaron sin interrupción deshaciendo el continente con acción lenta, pero segura.

Hubo cuatro grandes catástrofes superiores a las demás en intensidad.

La primera acaeció en la edad miocena, hace 800.000 años poco más o menos.

La segunda, que fue de menos importancia, sucedió hace cosa de 200.000 años.

La tercera, ocurrida hace 80.000 años, fue muy grande; destruyó todo lo que quedaba del continente atlante, a excepción de la isla a la que Platón dio el nombre de Poseidón, la cual a su vez, se sumergió en la cuarta y última gran catástrofe, 9.564 años antes de la Era cristiana.

Ahora bien; el testimonio de los más antiguos escritores y las investigaciones científicas modernas afirman de consuno la existencia de un antiguo continente que ocupaba el lugar de la perdida Atlántida.

Antes de entrar en la narración que nos proponemos, conviene echar una ligera ojeada sobre las fuentes generalmente conocidas que suministran pruebas de lo dicho.

Estas pueden agruparse en cinco clases:
l) Los datos aportados por los sondeos del mar:
2) La distribución de la fauna y de la flora;
3) Las semejanzas de lenguaje y tipo etnográfico;
4) La semejanza de arquitectura, creencias y ritos religiosos; y
5) El testimonio de los antiguos escritores, de las tradiciones antiguas de las razas y de las leyendas arcaicas sobre el diluvio.


Ocioso seria repetir las historias del diluvio una por una; es suficiente decir que en la India, en Caldea, Babilonia, Media, Grecia, Escandinavia y China, así como entre judíos y celtas, la leyenda es completamente idéntica en todo lo esencial.

Y volviendo al Occidente ¿qué encontramos? La misma historia en todos sus detalles, conservada por los mexicanos, (cada una de cuyas tribus tenía su versión), por los guatemaltecos, peruanos  habitantes de Honduras, y por casi todas las tribus indias de la América del Norte. Sería pueril sostener que en una mera coincidencia esté la explicación de esta identidad fundamental.

Con la siguiente cita del famoso manuscrito Troano que existe en el Museo británico y que ha traducido Le Plongeon, pondremos término a esta parte del asunto. El manuscrito Troano parece haber sido escrito hace unos 3.500 años entre los mayas del Yucatán. He aquí la descripción que hace de la catástrofe que sumergió la isla de Poseidón:

«En el año 6 Kan, en el undécimo Muluc del mes Zac, hubo terribles terremotos que siguieron sin interrupción hasta el décimo tercio Chuen.

El país de los montículos de lodo, la tierra de Mu, creció; elevada por dos veces, desapareció durante la noche, sacudidas sin cesar las profundidades por fuerzas volcánicas.

Faltando a éstas la salida, hundían y elevaban la tierra en diferentes sitios.

Según se verá por el segundo mapa, la catástrofe de hace 800.000 años operó grandes cambios en la distribución de tierras en el globo.
El gran continente aparece despojado de sus regiones septentrionales, y el resto quedó roto.

El continente americano, entonces en vías de crecimiento, está separado por un brazo de mar de su tronco el continente Atlante; y ya éste no comprende tierra alguna de las que hoy existen, sino que ocupa gran extensión del Atlántico, desde los 50 grados de latitud Norte, hasta unos pocos grados al Sur del Ecuador.

Los hundimientos y elevaciones en otras partes del globo habían sido también considerables; las islas británicas, por ejemplo, forman ya parte de una inmensa isla que abraza también la península escandinava, el Norte de Francia, todos los mares comprendidos entre estos territorios, y alguna parte de los mares exteriores.

Las dimensiones de los restos de Lemuria han disminuido, mientras que Europa, África y América han aumentado en extensión.
El tercer mapa muestra los resultados de la catástrofe de hace cerca de 200.000 años.

Con excepción de los rompimientos en los continentes atlántico y americano, y de la inmersión del Egipto, se observará de cuán menor importancia, relativamente, fueron los hundimientos y elevaciones de terrenos en esta época; y ciertamente el hecho de que esta catástrofe no ha sido considerada siempre como una de las grandes, aparece bien claro de la cita que hemos hecho del libro sagrado de los guatemaltecos, donde sólo se menciona tres de aquel grado. Sin embargo, la isla escandinava aparece ya unida al continente. La Atlántida se ha partido en dos islas, las cuales llevaron los nombres de Ruta y Daitya.

Los efectos estupendos de la convulsión acaecida hace 80,000 años, están de manifiesto en el cuarto mapa. Daitya, la más pequeña y meridional de las dos islas susodichas ha desaparecido casi del todo, y de Ruta queda solamente la isla relativamente pequeña de Poseidón. Este mapa fue hecho hace 72,000 años, y representa sin duda con exactitud la superficie terrestre desde este período acaecieron menores mudanzas.

Nótese que los contornos terrestres habían comenzado entonces a tomar, en general, la apariencia que hoy día tienen, aunque las islas británicas estaban aún unidas al continente europeo, el mar Báltico no existía, y el desierto de Sahara formaba parte del lecho del Océano. Un Manu, simiente de la especie humana, traza el progreso del tipo que sucesivamente corresponde a cada raza, y otro Manu, que es la raíz, se encarna realmente en la nueva raza como guía y maestro, para dirigir su desarrollo y asegurar su mejoramiento”.

Sin perjuicio de seguir la historia de esta raza a través de los cuatro períodos representados por los cuatro mapas, es oportuno hacer las siguientes divisiones: Origen de las diversas subrazas y territorios que habitaron; Instituciones políticas de cada una de ellas; Sus emigraciones a otras partes del mundo; Artes y ciencias que cultivaron; Usos y costumbres; Florecimiento y decadencia de sus ideas religiosas.

El período representado por el mapa número 1, manifiesta la superficie terrestre según existía hace un millón de años; pero la raza Rmoahal nació hace de cuatro a cinco millones de años, período en el cual existían aún extensas porciones del gran continente meridional de Lemuria, mientras que la Atlántida no había adquirido las proporciones que íntimamente alcanzó. La parte de la raza Rmoahal que se conservó pura, entró en las penínsulas al Nordeste, próximas a Islandia, donde habitaron por generaciones sin cuento, adquiriendo gradualmente un color más claro, a tal punto, que en la fecha del primer mapa, la encontramos constituyendo un pueblo de relativa belleza.

Sin entrar en la cuestión de los diversos movimientos de la tierra, ni en los varios grados de excentricidad de su órbita, en cuya combinación se ha creído ver a veces la causa de los períodos glaciales, es un hecho -por cierto ya reconocido por algunos astrónomos- que cada 30,000 años sobreviene una época glacial de las menores. Además de éstas, hubo dos ocasiones en la historia de la Atlántida, en que el cinturón de hielo no asoló únicamente las regiones del Norte, sino que invadiendo la mayor parte del continente, forzó a todos los seres vivos a emigrar hacia las tierras ecuatoriales. La primera vez ocurrió en los días de los rmoahales, hace tres millones de años, y la segunda durante el predominio de los toltecas, 850.000 años antes de nuestras edades.

Los Tlavatlis o segunda subraza, tuvieron origen en una isla situada a corta distancia de la costa occidental de la Atlántida. Este sitio está marcado en el primer mapa con el número 2. De allí se extendieron a la Atlántida, ocupando las regiones centrales, y gradualmente subieron al Norte, hacia las costas que caían frente a la Groenlandia. Físicamente, eran una raza vigorosa y dura, de color rojo oscuro, pero no tan altos como los Rmoahales, a quienes empujaron más aún hacia el Norte. Fueron siempre un pueblo aficionado a la vida de las montañas, y su principal asiento estuvo en las comarcas montañosas del interior, las cuales, comparando los mapas 1 y 4, se verá que tenían aproximadamente los contornos de lo que al cabo llegó a ser isla de Poseidón. En el período del primer mapa poblaron también, como se ha dicho, las costas septentrionales, y con el tiempo, mezclados con sangre tolteca, habitaron las islas occidentales que en su día formaron parte del continente americano.

La cuna de la raza Tolteca puede verse marcada en el primer mapa con el número 3.  La subraza cuarta, o turania, tuvo su origen a la banda oriental del continente, y al Sur del país montañoso habitado por el pueblo tlavatli. Este lugar está marcado con el número 4 en el primer mapa. Situadas al Oeste y al Mediodía del país montañoso de los tlavatlis, fueron su morada. Esta subraza apareció en los territorios montañosos que formaban la más meridional de las dos penínsulas situadas al Norte del continente, la cual, como ya hemos visto, está hoy representada por Escocia, Irlanda y algo de los males que las rodean. El sitio está marcado con el núm.5 en el primer mapa.

La cuna de los Acadios que formaron la subraza sexta, podrá encontrarse indicada  en el mapa segundo; pues esta raza nació, después de la gran catástrofe de hace 800.000 años, en la tierra que estaba al Este de la Atlántida, hacia el punto medio de la gran península, cuya extremidad Sudoeste se extendía hasta casi tocar aquel continente. El lugar referido puede colocarse aproximadamente en el grado 42 de latitud Norte y el 10º de longitud Este.

No se contuvieron los acadios por mucho tiempo dentro del territorio en que habían nacido, sino que invadieron el entonces ya disminuido continente de la Atlántida. Riñeron con los semitas muchas batallas por mar y tierra, y por ambas partes se emplearon escuadras numerosas. Finalmente, hará cosa de 100.000 años, vencieron por completo a los semitas, y desde entonces una dinastía acadia, establecida en la antigua capital semita, gobernó el país sabiamente por muchos cientos de años.

Los mongoles, o séptima subraza, parece que fueron los únicos que no tuvieron contacto alguno con el continente atlante. Nacidos en las llanuras de la Tartaria (según indica el número 7 en el segundo mapa), en las cercanías de los 63° de latitud Norte y 140° de longitud Este, fueron retoño directo de descendientes de la raza turania a quienes gradualmente reemplazaron en la mayor parte del Asia. Esta subraza se multiplicó con exceso, y, aun en el día, la mayor parte de los habitantes del globo pertenecen a ella etnográficamente, si bien muchas de sus divisiones se hallan matizadas por tan varios modo con sangre de otras razas anteriores que apenas si pueden distinguirse de ellas.
La Atlántida. Elliot Scott.

 “Conocer a los demás es sabiduría; pero conocerse a sí mismo es sabiduría superior (al ser la naturaleza propia lo que hay más profundo y más escondido).” Lao-Tzú Tao Te King 33

* Los Mapas de Elliot Scott, con mejor resolución y más grandes  los encuentras en el la sección de material



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