EL CRISTO EN LAS DIFERENTES CULTURAS
Dicen que existen siete grandes religiones y cinco mil sectas; nosotros los gnósticos afirmamos que sólo existe una sola gran religión, y ésta es la Verdad.
Creemos firmemente que sólo aquel que vivencia la Verdad es profundamente religioso.
La Verdad quiere conocerse a sí misma en cada hombre. Jesús de Nazareth es un cuerpo viviente de la Verdad. Jesús encarnó la Verdad. Quien encarne la Verdad se hace libre.
Aquellos que encarnaron la Verdad fundaron las grandes religiones y las grandes escuelas de misterios.
Buddha, Hermes, Krishna, Quetzalcóatl, etc., etc., encarnaron la Verdad, y todo aquel que disuelva el Yo y levante las columnas del Templo sobre la Piedra Viva, encarna la Verdad.
No hay religión más elevada que la Verdad. Debemos distinguir entre las formas religiosas y los principios religiosos. Es necesario saber que los principios son fórmulas cósmicas vivientes.
Las formas religiosas son los distintos sistemas de enseñar esos principios.
La Gran Religión Cósmica Universal Infinita, asume distintas formas, según las necesidades de cada raza y de cada época. Así las formas religiosas se han sucedido unas tras otras a través de millones de años; la cinta sucesiva de todas las religiones que han existido en el mundo revela siempre los mismos principios inmutables de la Verdad.
La religión es propiedad inherente a la vida, como la humedad al agua. Podría un hombre no pertenecer a ninguna religión, y sin embargo ser profundamente religioso.
Todo aquel que sea capaz de vivenciar la Verdad es profundamente religioso aunque no pertenezca a ninguna religión. La íntima relación de la mente con la Verdad es religión. Sólo el hombre religioso es absolutamente revolucionario.
Algunos filósofos dicen que las religiones han fracasado; nosotros aseguramos que toda religión ha cumplido su misión histórica. Con un sólo Buddha viviente nacido entre las filas del buddhismo, ya el buddhismo ha cumplido su misión. Con un sólo cristificado entre las filas del cristianismo, ya queda justificada la existencia del cristianismo. Con un sólo Imán entre las filas del mahometanismo, ya queda bien justificada la existencia de la religión mahometana.
Todas las grandes religiones del mundo han logrado su objetivo con hombres que consiguieron el religarse, es decir, que encarnaron la Verdad. Realmente muchos son los llamados y pocos los escogidos.
Esta ley se ha cumplido ya en todas las religiones.
No existe otro motivo para asegurar que las religiones fracasaron en su misión de religar al hombre con la Verdad. En todas las religiones hay hombres de perfección que alcanzaron a religarse.
No hay motivo que justifique las guerras religiosas, porque todas las religiones enseñan los mismos principios. El brujo del centro del Africa y el arzobispo de la Catedral Metropolitana de Roma o de Londres se apoyan en la misma fuerza maravillosa de la religión cósmica; los principios son los mismos; lo único que varía son las formas religiosas. Resulta, pues, absurda la lucha fratricida entre las diversas religiones.
La religión cósmica vibra en cada átomo del cosmos, porque palpita en el corazón de los soles, en el corazón del hombre y en el de la hormiga.
La evolución mecánica de la naturaleza
Cuando llega la muerte, algo hay que continúa; ese algo es el Yo (legión de demonios elementarios), este es memoria, la memoria es a la vez mente condicionada.
Aseguremos que el yo es un manojo de recuerdos; aseguremos que el yo es tiempo; aseguremos que el yo se reencarnifica para satisfacer deseos insatisfechos; aseguremos que el yo (legión de demonios) no se purifica ni se perfecciona jamás.
Necesitamos morir de instante en instante; sólo con la muerte del yo entramos al Nirvana; sólo con la muerte del yo nace el Cristo en la morada divina del alma. El Cristo Interno no evoluciona porque es perfecto. El Cristo Interno es la Verdad que quiere conocerse a sí misma en cada hombre.
La evolución mecánica de la naturaleza existe pero a nadie lleva a la perfección; nosotros necesitamos una tremenda revolución de la conciencia, porque cuando el yo se disuelve hay Revolución de la Conciencia.
Jesús de Nazareth
Jesús no fue el primero que encarnó la Verdad ni tampoco será el último.
El Hierofante Jesús tiene los mismos atributos de Zeus, Júpiter, Apolo, Krishna, Quetzalcóatl, y como ellos, también tuvo su Inmaculada Concepción en el vientre de una Vírgen.
Dice la mitología que nació Jesús el 25 de diciembre, fecha del nacimiento del Dios Mithra, en la aldea de Belén, aldea que por aquel tiempo no existía.
La palabra Bel o Beleno significa el Dios Sol de los babilonios y germanos. De esta palabra desciende el nombre de Belén. El término Belén indica al Cristo Cósmico, al Dios Sol, al Logos Solar.
La pobre y desconocida mujer hebrea Miriam (María) recibió los mismos atributos y poderes cósmicos de la diosa Isis; Juno, Démeter, Ceres, Vesta, Maía, Adonía, Insoberta, Rea, Síbeles, etc.
María es fecundada por el Espíritu Santo; éste en forma de paloma hace fecundo el vientre de María. La paloma es un símbolo fálico, recordemos a Peristera, la ninfa del cortejo de Venus transformada en paloma por el amor.
Sólo con la Magia Sexual es fecundado el vientre de la Virgen Madre para que nazca el niño Dios en el pesebre del mundo.
Surge en la vida de Jesús, Iesús, Zeus, Júpiter, Nazarenus, una mujer apasionada llamada María Magdalena y rápidamente ocupa el puesto de Salambo, Matra, Ishtar, Astarté, Afrodita y Venus.
Toda la vida de Jesús, Iesús, Zeus y Júpiter, es semejante a la vida de Krishna en la India, a la de los otros cristificados del mundo; de ahí que el Evangelio de Jesús es semejante al de Krishna.
En el Cristo Cósmico no existen diferencias jerárquicas. En el mundo de la Verdad todos somos uno. Empero es bueno aclarar que el Buddha Jesús es el Maestro más exaltado del Universo. Buddha es el Espíritu Realizado de todo hombre perfecto. Cristo es la Verdad.
El nacimiento de Jesús el Cristo con su vida, pasión y muerte y resurrección debe ser vivida por todo aquel que se cristifique.
El Concilio de Nicea
En el Concilio de Nicea, celebrado en el año 325 se reconocieron dos cosas: 1ª) Un hombre que encarnó la Verdad. 2ª) Una doctrina.
El hombre fue el hierofante Jesús. La doctrina, el esoterismo gnóstico primitivo. Jesús es el Cristo porque encarnó al Cristo. Jesús, Iesús, Zeus y Júpiter es el nuevo hombre Cristo que inició de hecho una nueva era.
El Concilio de Nicea fue una necesidad de la época porque la antigua forma religiosa del paganismo romano había entrado de hecho en completa degeneración y muerte; se hacía necesario revestir a los principios cósmicos universales de la religión cósmica con una nueva forma religiosa.
El Concilio de Nicea fue definitivo: los principios religiosos se revistieron con nuevas vestiduras para iniciar una nueva Era, y así nació el cristianismo.
La forma cristiana
Los semidioses, titanes, diosas, sílfides, cíclopes y mensajeros de los dioses fueron rebautizados con los nombres de ángeles, arcángeles serafines, potestades, virtudes, tronos, etc.
El terrible averno romano, símbolo de los infiernos atómicos del hombre y de la naturaleza fue rebautizado por infierno. Toda religión tiene su infierno; el Olimpo, morada de los dioses se convierte en el cielo cristiano; toda religión tiene su cielo. Recordemos el cielo chino, el cielo de los germanos, escandinavos, japoneses, etc. Todo cielo religioso representa a los mundos superiores estudiados por el ocultismo.
Así, bajo el disfraz del nuevo nombre cristiano, formóse nuevamente la organización clerical con los mismos atributos, ceremonias, mitras y liturgias del paganismo.
La forma religiosa del paganismo, se degeneró y murió. Pero sus principios continuaron en el cristianismo. En los últimos tiempos del paganismo, ya las gentes se reían de los mitrados, y los sacerdotes andaban de vagabundos por las calles, o se convertían en titiriteros, en pedigüeños, muchos se hacían pasar por adivinos y en las calles eran apedreados por las multitudes. Ese es el final de toda forma religiosa; cuando ya las multitudes no respetan una forma religiosa, ésta desaparece.
El culto al fuego
El Dios Khristus (Cristo) viene de antiquísimos cultos al Dios del Fuego. La P y la X entrelazadas representan la Pira y la Cruz. Este es pues el jeroglífico de producir el Fuego. Dicho culto resurgió en el famoso Concilio de Nicea. Es necesario producir el Fuego, trabajar con el Fuego Sagrado para lograr la cristificación (el Arcano AZF es la clave).
Los cristificados
Entre los chinos, Cristo es Fu-Ji. El Cristo chino nace milagrosamente por obra y gracia del Espíritu Santo.
“Paseándose una virgen llamada Hoa-se por la orilla del río puso su pie sobre la huella del Grande Hombre; inmediatamente se conmovió viéndose rodeada por un resplandor maravilloso y sus entrañas concibieron; transcurridos doce años, el día cuarto de la décima Luna, a media noche nació Fu?Ji, llamado así en memoria del río a cuya orilla fue concebido”.
Entre los mexicanos antiguos, Cristo es Quetzalcóatl, que fue el Mesías y el transformador de los Toltecas.
“Estando un día Chimalmá sola con sus dos hermanas se le apareció un enviado del cielo; las hermanas al verlo mueren de espanto y ella oyó de boca del ángel que concebiría un hijo y concibió al instante, sin obra de varón, a Quetzalcóatl, que fue el Mesías de los Toltecas”.
Entre los japoneses Cristo es Amida, quien intercede ante la Diosa Suprema Ten-sic-Dai-Tain, rogando por todos los pecadores. Amida, el Cristo japonés de la región Sintoísta es quien tiene el poder de abrir las puertas del Gokurak (Paraíso).
Los Eddas germanos citan a Kristos, el Dios de su teogonía, semejante a Jesús de Nazareth, nacido el día de Navidad, 25 de diciembre a la media noche, lo mismo que los Cristificados nórdicos, Odín, Wotán y Beleno.
El evangelio de Krishna en la India milenaria, es similar al Evangelio cristiano. El nacimiento de Krishna es similar al nacimiento de Jesús.
Devaki concibió a Krishna por obra y gracia del Espíritu Santo. El niño Dios, Krishna, fue transportado al establo de los pastores; el establo de Nanden, y los dioses y los ángeles vinieron a adorarle.
Entre los griegos Cristo es Zeus y entre los romanos Júpiter tonante.
Los Cristos, Júpiter, Zeus, Apolo, nacen de vírgenes inmaculadas. En el viejo Egipto de los Faraones, Cristo es Osiris, y todo aquel que lo encarna es un Osirificado. Hermes Trismegisto es el Cristo egipcio, El encarnó a Osiris (Cristo). Todo hombre que logre asimilarse a la substancia Cristo se convierte de hecho en un Cristo Viviente.
Samael Aun Weor
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