RUMI
“Ven, ven quienquiera que seas;
Seas infiel, ególatra o pagano, ven.
Este no es un lugar de desesperación.
Incluso si has roto tus votos cientos de veces. ¡Aún ven!”
Impactantes palabras que nos pueden servir de prólogo para hablar acerca de uno de los mas grandes santos y místicos universales, así como Maestro de la Vía para los sufís, Maulana Jalaluddin Rumi.
Nació en Balkh (Afganistán), el 29 de Septiembre de 1207. Se cuenta que cuando Rumi tenía solo cinco años de edad, solía ponerse en su cuna muy alterado, pues acababa de contemplar en su mente a personajes como Gabriel, la Virgen María, Abraham y otros.
La causa de estas perturbaciones era que las formas espirituales del ausente (mundo invisible) surgían ante su vista, es decir, mensajeros angélicos, genios justos y hombres santos... Solían aparecérsele en forma corporal. Su padre la calmaba, diciéndole.”Estas son las Existencias ocultas. Acuden a presentarse ante ti, para ofrecerte regalos y presentes del mundo invisible”.
Cuando Jalaluddin tenía 6 años de edad, se cuenta que estaba jugando con otros niños en la azotea de su casa. Sucedió que un niño propuso saltar de una azotea a otra. Maulana les dijo que esos juegos más bien eran propios de perros y gatos y que era vergonzoso que ellos jugaran a tales bajezas. Exclamó: “Subamos al cielo y reunámonos con los Ángeles”. Y, dicho esto, sus jóvenes compañeros le perdieron de vista. Estos desconcertados, dieron la voz de alarma ante la desaparición de Maulana. Cuando volvió a aparecer, al cabo de paco rato, estaba pálido y un poco asustado, y les dijo:
-Mientras os hablaba, descendió sobre mí del cielo un grupo de hombres vestidos con mantos verdes y me subieron a los cielos superiores y me llevaron por los espacios celestiales, y oí la voz de alarma que disteis. Entonces esas criaturas volvieron a traerme con vosotros. Cuanto contaba siete años de edad, de repente, un día Dios le otorgó aparecérsele visiblemente ante él. Al instante se desvaneció. Al recobrar la conciencia oyó una voz de los Cielos que decía:
“¡Oh Jelalu-d-Din! Por la majestad de nuestra gloria, deja desde ahora de combatir contigo mismo; porque te hemos exaltado a la posición de la visión ocular.”
Jalaluddin se inclinó entonces lleno de gratitud por este signo de gracia, para servir el Señor hasta el final de sus días con todas sus fuerzas; en la firme esperanza que aquellos que le siguiesen alcanzarían ese elevado grado de favor y excelencia.
Seas infiel, ególatra o pagano, ven.
Este no es un lugar de desesperación.
Incluso si has roto tus votos cientos de veces. ¡Aún ven!”
Impactantes palabras que nos pueden servir de prólogo para hablar acerca de uno de los mas grandes santos y místicos universales, así como Maestro de la Vía para los sufís, Maulana Jalaluddin Rumi.
Nació en Balkh (Afganistán), el 29 de Septiembre de 1207. Se cuenta que cuando Rumi tenía solo cinco años de edad, solía ponerse en su cuna muy alterado, pues acababa de contemplar en su mente a personajes como Gabriel, la Virgen María, Abraham y otros.
La causa de estas perturbaciones era que las formas espirituales del ausente (mundo invisible) surgían ante su vista, es decir, mensajeros angélicos, genios justos y hombres santos... Solían aparecérsele en forma corporal. Su padre la calmaba, diciéndole.”Estas son las Existencias ocultas. Acuden a presentarse ante ti, para ofrecerte regalos y presentes del mundo invisible”.
Cuando Jalaluddin tenía 6 años de edad, se cuenta que estaba jugando con otros niños en la azotea de su casa. Sucedió que un niño propuso saltar de una azotea a otra. Maulana les dijo que esos juegos más bien eran propios de perros y gatos y que era vergonzoso que ellos jugaran a tales bajezas. Exclamó: “Subamos al cielo y reunámonos con los Ángeles”. Y, dicho esto, sus jóvenes compañeros le perdieron de vista. Estos desconcertados, dieron la voz de alarma ante la desaparición de Maulana. Cuando volvió a aparecer, al cabo de paco rato, estaba pálido y un poco asustado, y les dijo:
-Mientras os hablaba, descendió sobre mí del cielo un grupo de hombres vestidos con mantos verdes y me subieron a los cielos superiores y me llevaron por los espacios celestiales, y oí la voz de alarma que disteis. Entonces esas criaturas volvieron a traerme con vosotros. Cuanto contaba siete años de edad, de repente, un día Dios le otorgó aparecérsele visiblemente ante él. Al instante se desvaneció. Al recobrar la conciencia oyó una voz de los Cielos que decía:
“¡Oh Jelalu-d-Din! Por la majestad de nuestra gloria, deja desde ahora de combatir contigo mismo; porque te hemos exaltado a la posición de la visión ocular.”
Jalaluddin se inclinó entonces lleno de gratitud por este signo de gracia, para servir el Señor hasta el final de sus días con todas sus fuerzas; en la firme esperanza que aquellos que le siguiesen alcanzarían ese elevado grado de favor y excelencia.
Dos años después de la muerte de su padre, fue de Konya a Aleppo para estudiar. Como se sabía que era el hijo de un gran maestro espiritual y también buen estudiante su profesor le concedía mucha atención, coyuntura que provocó las envidias de los demás estudiantes. Estos le comentaban al gobernador de la ciudad que Jalaluddin era inmoral porque cada noche dejaba su celda por alguna razón desconocida y desaparecía. El gobernador intrigado, resolvió ver y juzgar por si mismo.
A medianoche, como de costumbre, salió de su habitación y fue directamente hasta la verja cerrada del colegio, seguido por el gobernador. La verja se abrió como por arte de magia y Jalaluddin atravesó las calles hasta la puerta cerrada de la ciudad. Esta también se abrió por si misma; y de nuevo ambos la atravesaron. Continuaron y llegaron hasta la tumba de Abraham (en Hebrón, a unos 563 Km. de distancia), Allí se pudo ver la cúpula de un edificio, ocupada por una hueste de formas vestidas de verde, que salieron para encontrarse con Jalaluddin y lo llevaron al edificio.
El gobernador perdió el conocimiento aterrorizado y no lo recobró hasta después de la salida del sol.
En esos momentos ya no pudo ver ningún edificio con cúpulas ni ningún ser humano. Durante tres días y tres noches erró por una planicie sin caminos, hambriento y sediento con los pies llagados. Mientras tanto, al notar los funcionarios del gobernador su ausencia de dedicaron a buscarlo hasta que preguntaron a Jalaluddin, quién les dijo donde podrían hallar a su señor. Por fin lo encontraron y la llevaron a su hogar. El gobernador se convirtió desde entonces en un adepto y discípulo de Jalaluddin.
En la ciudad de Damasco permaneció por espacio de 7 años. Allí fue donde vio por primera vez a su gran amigo Shamsuddin de Tabriz, envuelto en su notable y peculiar capa de fieltro negro. Shams se dirigió a él, pero Jalaluddin se apartó mezclándose con la multitud. Poco después volvió a Konya. En el año 1244 d.de C. Shamsuddin de Tabriz llegó a Konya. Este gran hombre, tras adquirir una reputación de elevada santidad en Tabriz, como discípulo de cierto hombre sagrado, un constructor de cestas, había viajado por diversos países en búsqueda de sus mejores maestros espirituales. Rogaba a Dios que pudiera serle revelado quien sería el mas oculto de los favoritos de la voluntad divina, de forma que pudiera acudir a él y aprender todavía mas sobre los misterios del amor divino. Se le indicó que el hombre que mas contaba con el favor de Dios era Jalaluddin por lo que sin pérdida de tiempo acudió a Konya. Tras una serie de preguntas un tanto extrañas y enigmáticas por parte de Shams hacía Jalaluddin, éste se desmayó. Al recobrar la conciencia lo llevó a su hogar y estuvieron unidos meses en sagradas comunicaciones sin salir para nada de la casa.
Al final los discípulos de Jalaluddin se impacientaron e hicieron ante la casa un amenazador y amenazante tumulto. Lo cierto es que Shams desapareció misteriosamente en marzo del año 1246. Desde entonces Jalaluddin adoptó como signo de duelo por su pérdida, el sombrero gris y la amplia capa que llevan desde entonces los derviches de su orden. También a tenor de la visita del Maulana (maestro) Shams, se instituyó por vez primera los servicios musicales que se observan en dicha orden, mientras realizan su peculiar danza.
Como herencia cultural nos ha dejado tres libros:
El Mathnawi, que es un extenso trabajo compuesto a lo largo de toda su vida. Es considerado como modelo de poesia en la literatura persa. Incluye diferentes tipos de contenido: cuentos de enseñanza, fragmentos de conversaciones con sus discípulos, interpretaciones de pasajes coránicos, indicaciones de carácter moral, alusiones metafísicas. En fin, una obra amplia y profunda, habiendo llegado incluso a denominarse el “Corán en persa”.
El Diwan, que es un poema místico amoroso, dado a luz como consecuencia de la relación que mantuvo con Shamsuddin de Tabriz. Este derviche errante abrió lo ojos a Jalaluddin al amor divino, instruyéndole en los mas profundos misterios del espíritu. Es pues todo el libro una delicada exaltación del amor cuyo fruto más elevado es el conocimiento del Amado y su fusión con El.
Fihi ma Fihi, el tercero, contiene un conjunto de charlas a sus discípulos que su hijo el sultán Walad, recopiló y dio forma, donde expone sus ideas fundamentales sobre la filosofía y mística del Islam.
Moulana Jalaluddin Rumi, en su famosa obra El Masnawi, cuenta la historia de un grupo de hombres en India que nunca habían visto un elefante. El elefante era exhibido en ciudades y pueblos, y un día quedó arrinconado en el establo de un lugar donde nadie había visto jamás un animal de su aspecto. Cuatro curiosos que se enteraron de la existencia de aquella maravilla decidieron verla antes que los demás. Era ya de noche y no había luz en el establo; en completa oscuridad se acercaron al animal y empezaron a palparlo. Uno, al tocarle la trompa, se imaginó al elefante como una manguera; el segundo le tocó la oreja y lo describió como un abanico; el tercero, tocándole una pata, creyó que era una columna; el cuarto le tocó el lomo y pensó que era una especie de trono. Ninguno tuvo una idea completa de lo que es un elefante. Todo lo que dijeron sobre el elefante era falso en cuanto a su definición, pero hay que admitir que quienes le tocaron efectivamente se encontraron con el animal mismo. Jalaluddin añade: "Si hubieran tenido una vela en la mano, no habría habido tanta diferencia de opinión entre ellos".
Para nosotros esta vela no es otra que la senda mística para llegar al conocimiento de la Verdad. El sufí dice que, para que el hombre sea verdadero testigo de la perfección del Absoluto, tiene que verla con la visión interior globalizante. Si comparamos el océano con la totalidad y la gota con lo parcial, según el sufí es imposible ver el océano por el ojo de la gota. Es preciso que la gota se una al océano y se convierta en océano para así poder ver el océano por el ojo del mismo océano.
Maulana Jalaluddin Rumi dejó su cuerpo físico en el año 1273, en Konia (Turquía). A su entierro asistieron personas de todas las creencias, religiones y estamentos sociales y culturales. La extensión de la influencia de Rumi es incalculable, pues su persona y su pensamiento fueron universales. Todos los años el día 17 de Diciembre se celebra un festival de derviches que visitan la tumba de Maulana en Konia.
Su obra, la Orden Mevlevi, a la que dio nombre, y sus escritos se han mantenido vivos hasta nuestros días y hoy son conocidos en casi todo el mundo, más de setecientos años después de su partida. Como punto y final terminamos con una síntesis del pensamiento Mevlevi respecto al ser humano y la divinidad.
“El hombre es una parte de la divinidad. O mejor, el hombre no existe: existe el alma humana. El hombre debe sacrificarse materialmente; de hecho, en todos los sistemas esotéricos o místicos hay que sacrificarse ante el Creador. Una vez cumplido este acto, ya no hay hombre, sólo hay Dios. Este es el mensaje de todo el sufismo islámico. Existen muchos poemas y alegorías que giran alrededor de esta idea: que el hombre, en último grado de su desarrollo espiritual, debe integrarse en el Alma divina. No hay más que un solo existente: Dios. No hay otro. Todo lo visible o lo invisible, toda la existencia es, de hecho, una manifestación divina. Así pues, el hombre debe volver a su origen”.
L.S.L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario